Carolina Rodríguez Llorente, Universidade da Coruña y Isabel Piñeiro Aguín, Universidade da Coruña
En España, el alumnado de primaria y secundaria cuenta con alrededor de 80 días de descanso en verano. Esto representa una diferencia importante respecto al resto de los países europeos: entre las seis semanas que tienen los niños en Dinamarca u Holanda, a las 14 semanas en algunas regiones italianas, la media de los países de nuestro entorno es de unas 10 semanas. Cada verano, por ello, nos planteamos si las vacaciones veraniegas suponen muchos días de “asueto” o, por el contrario, un descanso necesario.
La evidencia científica respalda la idea de que disfrutar de casi dos meses y medio de vacaciones podría tener un impacto no necesariamente positivo en los aprendizajes adquiridos por niños y niñas en estas etapas educativas. Incluso en periodos vacacionales más cortos, algunos estudios han observado pequeñas pero significativas pérdidas en áreas como la ortografía y la lectura.
Conocimientos procedimentales y práctica
Esto resulta lógico, pues las lectura, la escritura y las matemáticas son destrezas que, como todo conocimientos procedimentales, se aprenden y refuerzan con la práctica. Si no vamos a clase, las oportunidades para el desarrollo de estas competencias en el hogar son escasas.
Por eso, el conocimiento adquirido en la escuela puede perderse (lo que se conoce en la jerga educativa como “la pérdida de aprendizaje del verano”). De todos modos este desgaste, según varios expertos en el tema, no afecta a todo el alumnado por igual. Los niños y niñas procedentes de entornos con un nivel socioeconómico bajo o con un rendimiento académico inicial más bajo correrían un mayor riesgo. Pero el fenómeno es complejo y no se limita a estos grupos.
Fácil de revertir
Aun así, parece que esta pérdida es susceptible de revertirse al comienzo de curso. Tras el verano, se pueden dedicar unos días a acomodar los conocimientos y habilidades perdidos antes de progresar en el temario.
Las vacaciones permiten a las niñas y niños recargar energía y les ofrecen más oportunidades para ejercer su autonomía y tomar decisiones: todo esto es también necesario. Pero en el caso de las largas épocas veraniegas, también se pueden aprovechar para afianzar lo aprendido y facilitar su recuperación. En este sentido, el repaso o la práctica repetida y espaciada son claves. Obviamente, revisar por completo el currículo correspondiente al curso recién acabado resulta inviable, no solo por las limitaciones temporales y de recursos, sino también porque ese no es el propósito de las vacaciones.
Entonces, ¿cómo podemos reducir el olvido de los aprendizajes escolares al tiempo que garantizamos el descanso de los niños y adolescentes durante las vacaciones de verano?
Mantener los aprendizajes sin renunciar al descanso
El periodo vacacional ofrece un entorno idóneo para el aprendizaje no formal basado en experiencias reales, alejadas del formato académico. En este sentido, los niños, niñas y adolescentes pueden:
- Leer con libertad (explorando todo tipo de textos fuera del ámbito escolar).
- Realizar actividades cotidianas (sobre todo, del ámbito doméstico como cocinar, donde toman decisiones, leen recetas y aplican cálculos matemáticos de forma práctica).
- Practicar actividades deportivas (promoviendo tanto la actividad física como hábitos saludables).
- Acudir a talleres de temáticas específicas de su elección (favoreciendo su autonomía y dando la oportunidad de aprender más allá de los contenidos escolares; por ejemplo, robótica).
- Asistir a campamentos de verano (supone convivir con otros “iguales” y desarrollar habilidades sociales, además de fomentar la autonomía).
- Jugar (combina la interacción social con el manejo de información, de manera que se trabajan la atención y la memoria).
- Visitar museos (supone una manera de enriquecer el aprendizaje durante el curso escolar con experiencias reales, además de fomentar la curiosidad, entre otros aspectos).
- Participar en programas educativos (especialmente para el alumnado con dificultades de aprendizaje o socialmente desfavorecido y dirigidos a reforzar áreas esenciales como la lectoescritura).
Potenciar el aprendizaje en verano
Si bien las vacaciones estivales son lo suficientemente largas para dedicar parte de ellas a continuar aprendiendo, no debemos olvidar que los periodos de descanso también son fundamentales para afianzar los aprendizajes. Estos meses pueden tomarse como una oportunidad para buscar un equilibrio entre periodos de reposo y la realización de actividades estimulantes para los más pequeños.
También es una ocasión ideal para dejar que los niños y adolescentes tomen la iniciativa y tengan la autonomía necesaria para seleccionar las actividades en las que quieran participar y organizar su horario durante estos meses.
El verano supone un entorno menos estructurado que el escolar, sin horarios rígidos ni planificación estricta de actividades. La sensación de tener demasiado tiempo en nuestras manos puede llevar a prácticas ociosas poco beneficiosas, como el abuso de pantallas o la disminución de la actividad física.
Dar opciones a los hijos e hijas para que sean partícipes de la gestión de su tiempo y preferencias es fundamental para garantizar que los resultados de las tareas de aprendizaje que se acuerden con ellos sean positivos. No es cuestión de hacer del hogar una segunda escuela, sino de adaptar las posibilidades de aprendizaje a las particularidades de la estación, dejando que las niñas y niños aprendan mientras se divierten. De esta manera, pueden disponer de más oportunidades reales para ejercer su autonomía.
Carolina Rodríguez Llorente, Contratada posdoctoral Xunta de Galicia. Departamento de Psicología (Facultad de Ciencias de la Educación), Universidade da Coruña. Grupo de Investigación en Psicología Educativa (GIPED), Universidade da Coruña y Isabel Piñeiro Aguín, Profesora contratada doctora en el área de psicología evolutiva del departamento de Psicología (Facultad de Ciencias de la Educación). Grupo de Investigación en Psicología Educativa (GIPED), Universidade da Coruña
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.