Las bodegas que se han adentrado en el camino de la búsqueda de la denominación de origen para los vinos de la Sierra de la Culebra ven ese horizonte cada vez más cercano. En estos momentos, el estudio previo a la presentación de la candidatura está finalizando y debería estar completamente rematado en octubre: «A partir de ahí, es que lo aprueben desde arriba», indica Adrián Martínez, de Ferreruela, uno de los implicados en la causa.
El responsable de la bodega Ramayal, presente este sábado en el Día de la Comarca celebrado en Ferreras de Abajo, habla mientras da a probar los vinos junto a su tío Antonio Ferrero, que aclara que el estudio actual consiste básicamente en una auditoría de todas las bodegas, de las viñas y del propio producto, claro. Se trata también de evaluar las variedades, analizar las particularidades y decidir.
¿Y qué hace distinto al vino de la Sierra de la Culebra? Martínez y Ferrero hablan de un clima «que se nota bastante», de los cambios de temperatura del día a la noche, de la cuarcita y de un sabor con personalidad. «Lo más habitual es hacer tintos», matiza el más joven de los dos, aunque las bodegas de la Sierra de la Culebra también tiran por los rosados y los blancos.

De momento, hay siete bodegas implicadas en la causa, según aclaran los productores de Ferreruela, que recuerdan que, en este barco, hay profesionales de Sejas de Aliste, de Figueruela de Abajo, de Fradellos, de Riofrío o de Sarracín. Todos esperan una decisión favorable en relación a la DO. «Lograrlo nos ayudaría bastante a vender», concede Martínez.
Si todo marcha bien y los informes son favorables y ágiles, la expectativa de los bodegueros es que el próximo verano ya se pueda comercializar el vino bajo la DO Sierra de la Culebra: «A partir de junio podríamos tener la etiqueta», remacha el responsable de Ramayal.