En España estamos viviendo momentos de alta incertidumbre y en Castilla y León lo estamos notando. Nos encontramos ante una desaceleración económica generalizada, cuya recuperación será lenta y muy pausada en el tiempo. Este hecho es de suma importancia, pues debemos tenerlo muy presente para cualquier acción que se deba desarrollar. Bien es cierto que la demanda está disminuyendo debido al menor poder adquisitivo del ciudadano, lo que está provocando una menor actividad empresarial a causa de la disminución de pedidos en todos los sectores económicos.
Y a esto se le debe sumar una serie de caracteres propios de nuestra tierra y de Zamora: la población con nacionalidad española está retrocediendo y aumentando la extranjera. Además, en nuestra región la población activa retrocede, mientras que la tasa de ocupación no se altera y la de paro disminuye. Con estos antecedentes, debemos comprender nuestro panorama socioeconómico.
Si hacemos un análisis por sectores, las exportaciones se sustentan en una elevada incertidumbre, con alzas de los tipos del BCE, una desaceleración en China y unas tensiones geopolíticas que tienen impacto en las materias primas. En suma, el sector industrial de Castilla y León tiene dificultades para trasladar a los precios el encarecimiento en sus procesos de producción debido a una inflación que se mantiene sin disminuir lo suficiente, y que junto con la menor actividad de la UE hará que las exportaciones disminuyan produciéndose una reducción de ventas en unos momentos claves para la supervivencia de muchas empresas.
En conclusión, nos enfrentamos a un horizonte económico muy complejo. Con una economía muy volátil, insegura y preocupante que provoca una gran incertidumbre. Además, aunque se produzca una gran desaceleración de la economía en el último semestre de 2023 la sensación de alarma no existe por parte del Gobierno y ni tan siquiera por las empresas y los ciudadanos que son el verdadero motor de la economía a través del consumo. Y esto es un grave problema.
Por todo ello, es necesario que las acciones políticas se tomen con prudencia y sentido común para poder abordar una situación compleja y con altas dudas sobre el devenir socioeconómico. Los agentes sociales y políticos juegan un papel decisivo, a los que se les debe reclamar por parte de la sociedad mayor consenso y altura de miras a la hora de tomar decisiones que repercutan en beneficio de toda la sociedad.