Hacía calor, pero había toldos. Y bebidas. Y una zona para descansar. Y amplitud. Nada de apelotonamientos, que para eso están otros eventos más grandes. En la Liturgia del Vermú se busca la tranquilidad. También la buena música. Con eso se contaba y eso se cantó en el espacio habilitado en las instalaciones del seminario.
La cita se celebró por segundo año consecutivo, esta vez con DePedro como cabeza de cartel, y nuevamente bajo la organización del Teatro Principal, que busca trasladar aquí, a otra atmósfera, parte de una programación que tiene menos cabida en el liceo, que se presta más a salir a otros lugares, con otros ritmos y con el recurso de la comida y la bebida a mano.
El plan, en realidad, no dista mucho del que plantean algunos festivales como el Hurra. La fiesta empieza por la mañana, los conciertos se suceden y todo se encadena hasta la noche. En 2024, la prueba con este formato funcionó. En 2025, ya se colgó el cartel de no hay billetes. Incluso, la organización tuvo que decir que no a algunos que se entretuvieron más de la cuenta a la hora de sacar la entrada.
La respuesta de la gente a la llamada fue buena; la de los músicos también. Con esos ingredientes se arma bien el cóctel de la fiesta. Ahora, llegado el domingo, solo cabe esperar a la siguiente edición. La liturgia va cogiendo vuelo.