El pasado miércoles, por la mañana, un ganadero de Sayago andaba moviendo a las vacas por el campo para aprovechar las zonas que están más verdes y que el ganado coma gratis. La ganadería es negocio si come gratis, dicen, aunque ese sea otro tema. El caso es que, en el trajín de vacas yendo y viniendo, un toro se animó más de la cuenta al ver a una vaca de otro ganadero, le metió un golpe al vallado y lo abrió. Y las vacas se salieron a los caminos. No deja de ser una historia de tantas que suceden a diario en la ganadería de no ser por la manera en la que el dueño de estas vacas, las que se escapaban, se enteró de lo que pasaba. Fue a través de una alerta en el móvil.
Las vacas eran de Fernando Vicente, ganadero sayagués que fue pionero en la instalación en su cabaña de unos collares que controlan a las reses y muestran su actividad sin que el dueño tenga necesidad de ir a verlas. «A mí esto me ha facilitado la vida una barbaridad. Solo con el tiempo que ganas… ya el oficio no tiene nada que ver». Vicente tiene la ganadería repartida entre «tres o cuatro» zonas diferentes y ahora puede comprobar que todo está bien desde el sofá de su casa. «Tienes a las vacas localizadas por GPS», indica, pero hay más. Los collares miden los periodos de rumia, pasto, paseo y descanso, y avisan de cuestiones que se salen más de lo normal, como cuando una vaca está de parto. Si algún parámetro se sale de lo común, avisa al ganadero.

La cuenta que hace Fernando Vicente es que si el sistema le sirve para salvar a una vaca al año, ya es rentable. Y lo fue hace unos días. La aplicación, Rumi, avisó de que una vaca estaba de parto a las cinco de la mañana, y alertaba de que el parto estaba durando más de lo normal. Habitualmente, si todo va bien, la aplicación avisa del parto y, al rato, indica que la vaca está pastando: «Cuando nace el ternero, lo primero que hace la madre es lamerle, y el collar lo interpreta como que está comiendo. Si ves que ha parido y enseguida se pone a comer, es que está todo bien».
Pero no estaba pasando eso. Se alargaba el nacimiento, así que no quedó otra que coger el coche en plena noche y ayudar al ternero, que venía de culo, a nacer. «Lo primero es que yo, a las cinco de la mañana, no hubiera venido a ayudar a la vaca, así que se podía haber muerto pariendo. Y lo segundo es que, aunque hubiera venido al día siguiente, tendría que haber encontrado a la vaca debajo de una encina en una dehesa de diez hectáreas. Así vienes con el GPS, a tiro hecho. Fue tirar un poco del ternero y ya está». Dos vidas salvadas, la de la madre y la de la cría, gracias a una alerta en el móvil.
Los collares son solo una muestra de la innovación que vive el sector ganadero en los últimos años, avances que pasan desapercibidos para el gran público y que, razona Fernando Vicente, conviene poner en valor para acabar de despejar la imagen negativa que la ganadería mantiene en sectores de la sociedad. «Hay gente que todavía ve esto como un oficio indigno», padres que animan a sus hijos a estudiar y salir del campo en busca del supuesto progreso que ofrece la ciudad. «La ganadería, como la agricultura, no son ya las profesiones que eran», ahora necesitan mano de obra más cualificada y demandan un trabajo que tiene poco que ver con el de hace décadas. «Estos avances ayudan a que la gente se de cuenta», apunta el ganadero.

Más tecnología
Y la cuestión promete no quedarse aquí. La Universidad de Salamanca se ha puesto ya en contacto con ganaderos sayagueses y con la empresa que es dueña de la tecnología de estos collares con GPS (Innogando) para trabajar en proyectos que profundicen más en esta tendencia. La empresa pone la tecnología, los ganaderos aportan las vacas y el terreno, y la universidad la parte investigadora con la idea, aún en una fase incipiente, de trabajar en proyectos como el de una especie de «perro robot» que se quede entre el ganado y retransmita lo que pasa en tiempo real. «A mí la aplicación me dice que hay una vaca que está pariendo, pero yo tengo que ir al campo a ver lo que pasa. La idea es que el robot se acerque a la zona y, con una cámara, me enseñe lo que está pasando para ver si es necesario ir o no». Más avances para un sector que encara el futuro de la mano de la tecnología más avanzada.