
Todos tenemos a un amigo de fuera de nuestras lindes que viene de visita y queda impactado por nuestros entornos naturales, gastronomía o patrimonio… bueno, por todo, ¡qué diantres!
Y sí, alguno de esos se ve o puede verse seducido por la idea de quedarse a vivir en nuestras fronteras. Estamos a una hora de Madrid en tren y, actualmente, muchos trabajos permiten ir y venir en el día sin demasiado trastorno.
Vivimos en una época en la que te puedes desayunar un café con leche en tu casa rodeada de naturaleza en Sanabria y, en hora y media, estar inmerso de la jungla de hormigón de Madrid (por obligación, claro). También pasarías de pagar 400.000 euros por un piso mediocre a 200.000 por una casa apañada con su terreno. Suena bien, ¿verdad?
Y no nos engañemos, tampoco es TAN necesario atraer a tanta gente de fuera, con llegar a retener a parte de las de personas que se van cada año sería suficiente. No hay que olvidar que muchos zamoranos no se van: los echan.
Y toda esta vía de repoblación queda herida de muerte si se reducen los servicios del tren. Sin tren no hay casa en medio de la nada. Sin tren, tenemos ya a personas de casi cincuenta años compartiendo piso en Madrid, cuando desearían vivir en un entorno más ideal, sobre todo teniendo un sueldo que lo posibilitaría.
Por tanto, da igual lo que haya dicho tal o cual político del norte (en su conciencia quede), lo importante es que desde nuestra tierra tenemos que reaccionar con contundencia.
También lo ideal sería podernos desconectar de Madrid y que el corredor del oeste sea una realidad, pues los zamoranos podrían también trabajar en Galicia o Extremadura. Por lo tanto, la respuesta es clara:
No necesitamos menos servicios, necesitamos más aún.