Un adolescente medio pasa más de cuatro horas al día frente a una pantalla. En ese tiempo navega, chatea, hace scroll… pero ¿cuánto dedica a preguntarse si lo que ve es cierto o falso?
La desinformación se ha convertido en una de las mayores amenazas para las democracias, para la sociedad en general y para el periodismo en particular. Sin pensamiento crítico, sin una ciudadanía capaz de interpretar y contrastar la información, el derecho a estar informados pierde fuerza. Y con él, la calidad democrática.
En este escenario, escuela e institutos emergen como un espacio clave para la resistencia. Un espacio que quizá debería considerarse la “primera línea de fuego”.
En Europa, según informes recientes, la alfabetización mediática e informacional sigue siendo, más que una asignatura específica, una competencia transversal que puede adquirirse en todas las asignaturas y en todos los niveles educativos.
En otros países de habla hispana, artículos recientes concluyen que no existe una asignatura específica dedicada a la alfabetización mediática. Sin embargo, se observa su presencia como componente transversal en diversas materias del currículo educativo.
Volviendo al caso español, distintas iniciativas ofrecen contenidos en internet y materiales preparados para que los docentes los apliquen de manera práctica en el aula. Es el caso de AulaCheck, consistente en que el alumnado de 3º y 4º de Educación Secundaria, así como de 1º de Bachillerato (adolescentes de entre 13 y 17 años), cree un periódico digital. O el de (In)fórmate, para fomentar el espíritu crítico en adolescentes de entre 14 y 16 años.
Colaboración con periodistas
A estos programas se le suman otras iniciativas en colaboración con el ámbito profesional del periodismo. Es el caso de Desenreda, en Andalucía, que lleva a cabo la Consejería de Educación y el Colegio de Periodistas de esa comunidad. O La Prensa en mi Mochila, organizado por la Asociación de Prensa de Málaga y la Diputación de Málaga.
Una experiencia concreta: inFORMADOS
Una de estas iniciativas es inFORMADOS, un programa que desde 2022 impulsa talleres de alfabetización informativa en institutos de Castilla y León, gracias a la colaboración entre la Consejería de Educación y el Colegio de Periodistas de la comunidad. La propuesta es sencilla, pero ambiciosa: dotar a los adolescentes de herramientas para identificar bulos, contrastar fuentes y consumir información de manera crítica. Y hacerlo de la mano de periodistas profesionales, directamente en el aula.
Las estrategias para proporcionar estas herramientas son variadas. Desde invitarles a convertirse en community managers del propio programa alfabetizador por un día, redactando posts originales con eslóganes contra los bulos, que acaban publicándose en un perfil de Instagram creado para ello; a proponerles que diseñen imágenes con inteligencia artificial que les ayuden a comprender todo lo aprendido durante el taller.
También pueden escenificar una rueda de prensa ficticia con información y material completamente real. O bien, poner en marcha un debate sobre un tema polémico y de actualidad, con todos los roles representados: portavoces, periodistas de medios de comunicación, gabinetes de comunicación y sociedad en general.

En apenas tres años, inFORMADOS ha llegado a más de 1.000 estudiantes de Educación Secundaria. Y los resultados son prometedores: el 92,9 % del profesorado participante afirma que volvería a implicarse en el programa, y el 78,6 % dice que las sesiones les han motivado para trabajar la alfabetización mediática con su alumnado.
Este curso, inFORMADOS ha reforzado su dimensión pedagógica al colaborar con el Programa de Innovación Docente ALFA del Grado de Periodismo de la Universidad de Valladolid. Ellos han sido los responsables del diseño de la nueva unidad didáctica. Además, por primera vez, se recogerá también la opinión de los periodistas formadores (docentes en este grado universitario), lo que permitirá una evaluación más completa del programa.
Lo que aportamos los periodistas
Hay un consenso creciente en Europa: el periodismo no solo debe informar, también debe formar. La alfabetización mediática ya no puede entenderse como un añadido, sino como una herramienta educativa esencial. Porque educar en medios es tan urgente como enseñar matemáticas o ciencias.
Pero solo es un paso intermedio. ¿Y si dejamos de tratar estos programas como iniciativas complementarias? ¿Y si por fin damos el paso de convertirlos en asignaturas transversales?
La propia Ley de Protección de Datos y Garantías de Derechos Digitales de 2018 reconoce el derecho a la educación digital. La pregunta no es si debemos enseñar a distinguir lo cierto de lo falso en la escuela. La pregunta es: ¿a qué esperamos?
Rosa Masegosa Sánchez. Profesora asociada en la UVA e investigadora pre-doctoral en el ámbito de la Comunicación Institucional, Universidad de Valladolid