A Jose le apretó la vida. Es la mitad de una pareja que acabó separándose habiendo por medio un niño, Olmo, con el agravante de dificultad de que la madre no vive en Zamora. «Por el bien de todos», después de tiempos malos, «tuve que tomar la decisión de dejar ir. Tuve que coger aire y asumir que este es el curso de la vida». Y, como parte de una terapia sanatoria, Jose escribió un cuento. Aprovechando el amor por la naturaleza, pasión que le une con su hijo, inventó una historia intentando explicar a su hijo que hay decisiones duras pero que son las mejores. Diciéndole que él iba a estar siempre ahí pese a todo. De ese cuento nace El jardín de Puh, el primer libro publicado por J. de Olmo, como él firma la historia haciendo del nombre de su hijo su propio apellido.
Para crear el libro Jose ha echado mano de toda su formación. Estudió Ilustración en la Universidad de Valladolid y formó parte de una agencia de ilustración y diseño, y dando clases particulares de desarrollo creativo. «Me empezó a gustar mucho el tema de la educación» y con 26 años comenzó a estudiar Magisterio en la especialidad de Pedagogía Terapeútica. La vida le fue obligando a dejar de lado el arte y ahora, con «más tiempo, más ganas y un hijo que motiva», ha recuperado esta faceta. Junto con Nerea, su pareja, regenta la academia Brainup English School, donde se encarga de varias materias pero, sobre todo, de las Matemáticas, su otra pasión.

El cuento ha sido el regalo de Jose a Olmo por su séptimo cumpleaños, celebrado hace escasos días. Aunque en principio fue una historia privada entre un padre y un hijo, la idea de publicarlo «llegó de forma natural», apunta el autor. «Empecé a ganar algo de tiempo por las mañanas, a ilustrar, y me dije: voy a adaptar esto». El libro se articula sin línea de contorno, con pocos colores, a través de una historia más visual que hablada donde las palabras y las ilustraciones entrañan su propio diálogo. Propicia, explica el propio autor, «una lectura teatralizada» por parte de los adultos, el hecho de que «cada uno lo lea de manera diferente» y haga, a su manera, propia la historia.
El mensaje final, que en ocasiones hay que dejar ir, es uno de esos «mensajes profundos» que muchos autores quieren mandar al siempre complicado público infantil. Pero no hay aquí aspiraciones. «Yo no creo que el mensaje que quiere transmitir el artista es lo que tiene que llegar. Lo que yo cuento es mi mensaje, pero luego lo que llegue, llega», apunta.

A Jose la obra le ha aportado, sobre todo, «tranquilidad». Lo dice mientras resopla como el que se quita un peso de encima. «Mucha paz interior y una reconciliación conmigo mismo, como padre, como ilustrador, como persona creativa…». Duda más cuando se le pregunta qué le ha aportado el libro a Olmo. «Se emocionó mucho. Creo que también lo ha visto como que su padre hace cosas por él. El niño tiene siete años pero entiende que hay mucho esfuerzo detrás de este trabajo y eso le ha gustado».
A nivel ya más pedagógico, el reto era producir un libro que aportara algo «diferente» a niños y padres, que se saliera del estándar de historias y de encapsulada manera de contarlas. Es algo que el autor del libro aplica también en su labor diaria en la academia. «Yo echo en falta que se arriesgue con los niños. Se sistematiza todo hasta el extremo de que no se les deja pensar, les decimos cómo es el resultado al que deben llegar y el proceso de deben seguir» aunque pueda haber otros caminos que lleven al mismo sitio. «Los niños tienen que aprovechar su aburrimiento y los padres no agobiarnos porque se aburran», porque es ahí donde puede despertar la creatividad que la era de los estímulos inmediatos está cercenando.
El libro se encuentra ya en varias librerías de la ciudad, donde se puede adquirir. Y hay buen feedback. «Está llegando a gente. El otro día me escribió una profesora de Madrid para felicitarme porque lo había comprado en Semana Santa y se lo había leído a los niños» en el aula, asegura Jose, orgulloso.
Tanto el proceso como el resultado han sido satisfactorios, tanto como para que el autor tenga en mente ya dos libros más. Uno, un mito sobre el Lago de Sanabria, creando el personaje del guardián del lago para explicar la glaciación de origen y el descuidado estado actual de buena parte del entorno. De nuevo con la idea de respeto a la naturaleza del principio. El otro es un libro ilustrado, una adaptación de Cuanta tierra necesita un hombre, de Tolstoi. «Un libro que me fascina, que llevo leyendo toda la vida y que me está costando un montón adaptar», concluye el autor. Dos obras para las que hay que esperar pero a las que ya antecede El jardín de Puh, la primera publicación de J. de Olmo.