Flores, muchas flores. Y ni gota de lluvia. Solo luz, un día que resplandecía como la Lisboa de Tabucchi. También gente, mucha gente. La que está hoy, pero ya no mañana. Zamora cada vez despide mejor su Semana Santa. Esto ya no acaba el sábado. La Resurrección ha ganado peso, empaque, lustre. Y todo eso se lo da la gente. Como al resto de la Pasión. Estos días son lo que son no por las imágenes, por las músicas o por los cofrades, sino por las personas que lo arropan.
Y hasta el último día es así. De hecho, hasta cuando llovió hubo gente. Incluso, cuando el tiempo ya advertía:
– Quédate en casa, que no sale.
– No pasa nada, voy por si acaso.
Así fue el viernes y el sábado por la tarde. No este domingo, cuando ya se sabía que la atmósfera iba a acompañar, cuando las gafas de sol y no el paraguas eran el complemento. Y miles de varas y miles de ramos y miles de fieles. A Dios o a la patria chica.

Con esos mimbres se hizo el cesto de una procesión final que se recreó, que se resistió a llegar a la Horta, el final del camino. Se gastaron cientos de cohetes, casi se disfrutaron los últimos apelotonamientos, se retrasó la salida en el coche, en el tren o en el autobús. Vale la pena aguantar hasta el final, porque luego se echará de menos. Los que regresan a Madrid, a Barcelona, a Bilbao o al extranjero extrañarán Zamora. Los que se quedan pensarán en los que se van y podrían estar si esto fuera diferente.
Pero es así. Y también por eso estos días son especiales. Porque la gente regresa, porque la familia se reúne, porque los amigos se abrazan, porque Santa Clara está llena y no vacía, porque casi sabe bien entrar a un bar y que no haya sitio. Y no solo pasa en la ciudad. Los pueblos de Zamora también viven este domingo su último vermú multitudinario. Habrá que esperar a julio y luego un poquito más hasta agosto para repetir.
Paradójicamente, el encuentro de Jesús y María en la Plaza Mayor anticipa aquí las despedidas. Es el preludio de la nostalgia. Serán unos días difíciles. Pero Zamora seguirá aquí en 2026: lista para entregarse a su Pasión y para resistirse después a la muerte.