En la cuenta de Instagram de Miguel & Cacia, el cartel anunciador de lo que va a ocurrir esta tarde revela el éxito que ha tenido la idea en los últimos años. En primer plano, aparecen los miembros del grupo. De fondo, centenares y centenares de personas que abarrotan la Plaza Mayor desde los bares hasta la estampa de San Juan. Muchos de los que salen en la fotografía ya saben que, después de la Resurrección y del dos y pingada, aún hay que quedarse un rato más. El descanso, Madrid o las ocupaciones pueden esperar hasta el lunes.
Miguel González y Rodrigo Cacia se juntan una semana antes de la cita de este 20 de abril para contar qué es exactamente lo que montan cada Domingo de Resurrección por la tarde desde 2022. Lo hacen junto a Mauro Pedrero, que aunque no aparezca en el nombre «por su humildad» también pertenece al grupo. Los tres se sientan en una de las terrazas de la Plaza Mayor, al pie del lugar donde sucederá todo después de que Zamora viva su semana grande: «No es solo un evento masivo, sino que hay mucha gente que habla ya de tradición», arranca Mauro, que enseguida deja que Miguel se explique.
Su compañero mantiene el tono de estupefacción con algunas de las cosas que ven y oyen estos días: «Me he encontrado a gente que tampoco conozco mucho y que me dice: ‘sois unos cabrones, me habéis jodido un día de vacaciones. Me he tenido que coger el lunes solo para quedarme a veros'», señala el miembro del grupo, que considera que hay gente que ya ha «interiorizado» que el Domingo de Resurrección hay música, fiesta y diversión después de que se encierre la última cofradía.

Aún así, Miguel advierte: «Nuestra intención no es hacer una verbena». O, al menos, la iniciativa no nació así. En realidad, todo parte de una propuesta de Graciliano Hernández, en su día presidente del Santo Entierro, que junto al empresario Fermín Benayas les propuso hacer «una especie de amenización» en la Plaza Mayor durante el Domingo de Resurrección. La idea era un concierto al pie de la cervecería de la esquina, como muchos de los que había ofrecido el grupo en otras terrazas. Pero, claro, con mucho más público.
«Al final, esta es la semana grande de Zamora, por mucho que digan de San Pedro, y a lo mejor en el primer concierto había 400 o 500 personas. Y no lo anunciamos ni nada», subraya Miguel. Al año siguiente, tocaron en los soportales y la gente ya lo esperaba. En 2024, tras la sucesión de suspensiones en los desfiles procesionales, miles de personas se desahogaron con ellos en el centro de la plaza. Para 2025, ya no hay otra perspectiva que no sea un lleno.
Ante eso, la organización requiere «una logística mucho mayor», como admite Rodrigo Cacia, que explica que, ya el año pasado, recuerda subirse al escenario y «ver gente hasta por San Andrés». «Y este año va a ir a más», insiste Miguel, que subraya que toca montar y planificar todo «en un tiempo muy reducido». La procesión de la Resurrección abandona la Plaza Mayor a mediodía. La idea del grupo es arrancar con el espectáculo a las cuatro. Contrarreloj.
Además, Mauro apunta que «este año va a haber más músicos». El primer año, arrancaron ellos tres. En 2023, había dos más. En 2024, un sexto. En 2025, serán siete y, en alguna fase del concierto, quizá ocho. «Va a ser un petate bastante bueno», concede Miguel. Para quien no lo haya visto y se lo pregunte, Cacia aclara el contenido básico del espectáculo: «Canciones de pop-rock español, alguna balada y temas para recordar viejos tiempos desde los 80 hasta los 2000. Sobre todo, un repertorio amable para que haya gente de nuestra edad y, a la vez, una abuela con sus nietos tomándose un café».
Podría parecer que el grupo tiene el asunto dominado, y en parte es así, pero claro, son «siete personas con sus siete vidas» para el espectáculo de este año. Y hay que ensayar. «Si no fuera por mis padres, que tienen el local, sería mucho más difícil. Necesitas juntarte antes», resalta Mauro. Han sido cuatro días y cuatro horas por jornada «con músicos que son lo mejor que hay en Zamora», según defiende Miguel, que advierte: «Quien venga a tocar, siempre tiene que ser colega nuestro, porque lo primero para nosotros es disfrutarlo».
Para hacerlo, el grupo también tuvo que charlar en su día con el Ayuntamiento. Una cosa era un concierto casi íntimo, como el que se planteó de base, y otra muy distinta lo que fue. «No nos ponían palos en las ruedas, pero tampoco nos ayudaron al principio», apunta Miguel, que destaca el apoyo que les brinda ahora el primer teniente de alcalde, David Gago: «Nos dio los medios y la estructura para que esto saliera bien», afirma.
Y la idea es continuar: «Tenemos el ejemplo de la banda, que cuando acaba la procesión sube para aquí a tocar, y eso ya es parte de la tradición», recuerda Cacia. Ahora, está también su espectáculo. «El repertorio que tocamos funciona para todo el mundo porque son temas muy conocidos, y hemos conseguido un ambiente en el que no ha habido ningún problema», apostilla Miguel, aunque su compañero deja claro que el control de algún comportamiento indeseado se les escapa de las manos. No ha ocurrido de momento.
Negocio para los bares y llamadas para ellos
Lo que sí ha pasado es que los bares «se quedan sin barriles de cerveza o sin vasos para servir a la gente». Hay negocio para los locales de la zona. Miguel & Cacia & Los Resucitados, como han bautizado al grupo con las colaboraciones, tocará durante «dos horas largas». Luego, el encargado de montar el sonido, Marcos Vicente, pinchará música durante un buen rato más. El plan es que todo concluya en torno a las diez de la noche.
El Domingo de Resurrección acabará, pero luego llegarán las llamadas: «La gente te quiere mover, te quiere llevar. Siempre nos llegan ofertas», celebran los miembros del grupo, que esta tarde, con la digestión del dos y pingada, estirarán unas horas más la semana grande de Zamora antes de la vuelta a la rutina.