La que debía ser la procesión recordada por la puesta a hombros de Redención se recordará, al menos en el corto plazo, por ser el desfile de la protesta contra la organización de Jesús Nazareno. No menos de doscientos hermanos, enfadados por el discurrir de una procesión con los pasos acumulándose al principio de la comitiva, han roto las filas en la calle de San Torcuato y han avanzado sin orden y sin respetar las filas hasta recorrer los doscientos metros que separaban a los últimos penitentes de la Virgen de la Soledad, última imagen de la procesión. La Virgen se encontraba ya cerca del cruce de San Torcuato con El Riego cuando aún había penitentes en la plaza de Alemania.
Los cofrades, que han roto las filas tarareando, en voz alta, la Marcha Fúnebre de Thalberg y que han entonado gritos de «directiva dimisión» en un par de ocasiones, han avanzado entre los aplausos del público, también cansado de esperar ya que, tras el paso de la Soledad, quedaba aún una hora por delante de discurrir de penitentes. Es una situación que La Mañana viene sufriendo en los últimos años sin acabar de dar con la tecla para solucionar. Puede este año servir de excusa la previsión de mal tiempo que ha obligado a acortar la bajada, pero hace tres años ya se vivieron momentos de tensión por esta misma razón en Santa Clara y son varias las ocasiones en los que decenas de penitentes se han quedado incluso sin entrar en la Plaza Mayor cuando la Virgen estaba ya dentro de San Juan.
La organización ha flaqueado también en la subida. Retiradas las vallas que ordenan el desfile en las Tres Cruces, los penitentes se han quedado parados durante un cuarto de hora mientras los pasos se colocaban hasta que los «varas» han dado la orden de descubrirse y comenzar el descanso. A algunos cofrades esta situación les ha pillado cerca de la plaza de Alemania y, tras un cuarto de hora detenidos y de varias quejas, se les ha ordenado romper las filas cuando estaban a unos cien metros del último paso. Una situación que ha causado también el enfado de público y cofrades.

La protesta marca indudablemente el desfile y obligará a la directiva a tomar medidas para que situaciones como esta no vuelvan a repetirse. La presencia de tantos cofrades tras el último paso enfada a los propios penitentes, aburre al público y afea el desfile, por no hablar de la mala imagen que produce una protesta de estas características en la que es posiblemente la procesión más seguida de la Semana Santa de Zamora.