Si hay una cofradía que se ha adaptado bien a la falta del Museo de Semana Santa ha sido la Vera Cruz. Lejos de buscar soluciones provisionales o de desmerecer, la salida de la procesión, que desde hace ya dos años se produce desde San Andrés, resulta incluso más vistosa ahora que cuando partía desde el museo y atravesaba la Plaza Mayor dos veces antes de encarar a la Catedral. Si aquel recorrido era extraño, este es más natural.
Vive buenos momentos la cofradía. Muy buenos, en verdad, pues ha logrado consolidar en los últimos años el proceso de mejora que comenzó hace décadas. La entrada de mujeres supuso un revulsivo para una hermandad que estaba pasándolo mal y ahora pueden verse las consecuencias, todas buenas, de aquella decisión. Hay más penitentes en las filas para un desfile que necesita personal para lucir todos sus pasos, once, casi todos con sus respectivas bandas. El terciopelo morado recupera el esplendor de años pasados, nunca perdido del todo pero que llegó a estar bastante venido a menos.

Por lo que refiere al desfile, poco que señalar más allá de lo esperado para una tarde de Jueves Santo sin grandes contratiempos. El sol de primera hora acabó dando a paso a las nubes y al aire frío, algo que seguro agradeció más de un hermano, que el terciopelo, cuando toca caminar al sol, es un castigo. No tanto el público, necesitado de pertrecharse para resistir a pie firme el paso de una de las procesiones más largas de la Semana Santa de Zamora. Hubo algún susto con la Coronación de Espinas, tanto a la salida como, sobre todo, a la altura de Renova, cuando los cargadores estuvieron a punto de perder el equilibrio.
El desfile sale ya entre dos luces, como marca la tradición, de la plaza de la Catedral después de una merienda que, como cada año, se alarga siempre algo más de lo estrictamente estatutario. Nada que objetar, había ganas acumuladas del año pasado, así que todo se puede perdonar. Gana la procesión en esta segunda etapa, pues las imágenes iluminadas presentan un mejor diálogo con las bandas de música que las acompañan, destacable sobre todo el paso por la Plaza Mayor. Pasos a San Andrés y hasta el año que viene, donde Dios (y el tiempo) dirán.