Ocho y media de la tarde. De noche desde hace dos horas, pero llama la atención el ambiente enfrente del Ayuntamiento de Morales del Vino. Hay muchos coches y varios grupitos de personas que conversan animadamente. La razón hay que buscarla detrás de una puerta de madera, que da acceso a un salón municipal. Dentro, más de veinte chavales de menos de diez años practican judo. Cuando acaban, llenos de sudor y con coloretes, estos niños son la viva prueba del éxito de la Escuela de Judo del pueblo, una escuela que desde hace veinte años lleva Ángel García. “El mejor sensei”, pone en su kimono.
¿El secreto del éxito? “Trabajo, trabajo y trabajo. Echarle muchas horas y que la gente empiece a conocernos”. Después, la escuela coge fama por si sola y “ya va rodado”, porque muchos de los alumnos proceden de Zamora y de municipios cercanos a Morales. Porque el judo, defiende el profesor, aporta “muchas cosas” a los chavales. “Lo primero es que les aporta mucha disciplina, hay que tener en cuenta que es un arte marcial que viene de Japón, y su mentalidad es muy diferente a la nuestra”, asegura. “Lo primero que hacen los niños cuando entran es saludar al profesor. Antes de entrar al tatami, piden permiso y saludan. Saben que aquí siempre hay que decir la verdad, que no se puede mentir”. Además, aprenden a tomar decisiones desde bien pequeños “y a asumir responsabilidades”.
Las virtudes físicas del deporte son, además, evidentes. “Judo significa algo así como camino a la flexibilidad, y eso se trabaja mucho desde pequeños”. Porque obvia decirlo, el judo no es violento. “Es todo lo contrario. Se empezó a practicar pensando en la defensa, no en el ataque. Algo pensado en defenderse no puede ser violento”, zanja.
El precisamente la defensa lo que lleva a muchos padres a apuntar a los críos a judo. Sobre todo en el caso de las niñas. “Nos las traen para que aprendan a defenderse, por si acaso. Los niños no. A los niños nos los suelen traer porque son muy movidos, a ver si se calman”, asegura García mientras sonríe. “Pero aquí aprenden muchas más cosas”.
Tiene especial importancia el número de chavales porque, en Morales, el judo rivaliza con los deportes de masas, en parte gracias al Ayuntamiento del pueblo, que se ha volcado con la escuela desde el principio. Y es mucho más complicado captar chavales sobre un tatami que hacer que se calcen las botas de tacos y empiecen a jugar al fútbol. Eso sí, “cuando empiezan y prueban la competición, pocos se borran”. La escuela trabaja todos los niveles, desde los más básicos a los más avanzados. “En esta clase hay una niña que es sexta en el ranking nacional, tenemos cuatro competidores en el centro de tecnificación para deportistas de alto rendimiento de Castilla y León y, está mal que lo diga, tendremos una medalla nacional en cadete si no es este año, el que viene”.
Veinte años que celebrar
El club tiene algo preparado para la celebración del veinte aniversario. “Tenemos pensado este año hacer un campeonato para los niños e invitar a gente de otras escuelas. Y ahora en Navidades haremos algo también para los niños y sus padres”, asegura García.