¡Vicenta, que me coloques el tricornio!
Jesús trata de ajustarse el pañuelo que lleva en la cabeza mientras pide ayuda a la vecina y sujeta al animal que se adueña de todas las miradas. La escena tiene lugar cerca de la una de la tarde de este Domingo de Ramos en las inmediaciones de la iglesia de Riego del Camino, un pueblecito zamorano ubicado a medio camino entre la capital de la provincia y Benavente. Vicenta acude al rescate mientras los demás parroquianos miran divertidos a sus dos paisanos y a Señor Romerales.
Ese último no es un hombre disfrazado del policía de Farmacia de Guardia (busca en Google si tienes menos de 30 años), sino un burro. El burro del Domingo de Ramos en Riego del Camino, en realidad. Su dueño, el mencionado Jesús, de apellido Calvo, lleva veinte años caracterizándose para la ocasión y yendo con el animal a la iglesia para hacerlo partícipe de la procesión y para aderezar un festejo religioso que también ha conseguido implicar a los niños.

Y es que, junto a Jesús, que viste una túnica blanca y porta un pañuelo en la cabeza, también se han equipado para la cita tres niñas: dos acompañarán a Señor Romerales a pie; la otra, llamada Noa Alonso, la única que vive todo el año en el pueblo, hará la procesión encima del asno. «Llevamos unos veinte años con esto ya. Como no tenemos figura de La Borriquita, decidimos hacerlo con un burro en vivo y en directo», apunta el promotor de una idea que va cogiendo tono de tradición por estos lares.
Mientras el burro y los personajes aguardan a la puerta antes de que todo comience, las gentes de Riego del Camino van apañando el laurel. Dentro, el diácono Enrique Alonso da la bendición antes de que todos salgan fuera donde aguarda Señor Romerales: «Algún año hemos intentado que entre a la iglesia, pero no quiere», lamenta Jesús, que explica que el animal ya empieza a rondar los 35 años. Va para mayor.

Aún así, a Señor Romerales le quedan arrestos para la procesión. Incluso, para darle un par de giros más de la cuenta a Noa, que se sube y se agarra hasta que el animal se calma e inicia la marcha: «Te veo en el suelo, Noa», apunta un vecino pesimista. Otro, el que porta la cruz, mira a Jesús y le pregunta: «¿Por donde tiro?». «Pues hasta Fontanillas y volver», ironiza el aludido, en referencia al pueblo más cercano en dirección a Zamora. En realidad, lo que se viene es una vuelta en torno a la iglesia.
«Un aporte más»
Por esas calles va la comitiva del pueblo escoltando a Señor Romerales, a Noa, a Jesús y a las dos niñas que van de acompañantes. Los vecinos cantan por Miguel Manzano y por la alegría cuando le dijeron que iban a la casa del señor, y la tradición del paseo con los laureles y la cada vez menos novedosa incorporación del burro se cumplen según estaba marcado. «Esto es un aporte más al día», aclara Jesús Calvo antes de entrar a misa.
Cuando llega la hora de ir a los oficios, Señor Romerales se queda a la puerta, a la espera del dueño y con otro año de procesión cumplida: «Cuando falte este, tendremos que coger otro», desliza Jesús, consciente de que la gracia del burro le ha dado otro color al Domingo de Ramos en su pueblo.