Villalpando se pone este año en valor. La localidad terracampina estrena la declaración de Interés Turístico Regional para su Semana Santa, una vitola que da renombre a las procesiones que organizan los vecinos, a los pasos que se sacan a la calle y al entorno histórico en el que todo se desarrolla. Una catalogación conseguida gracias al empuje de un grupo de vecinos que reivindica lo que esta semana de Pasión significa para el pueblo.
La Semana Santa de Villalpando, indica el historiador Jaime Gallego, se hunde en la antigüedad hasta, al menos, mediados del siglo XVI. De esa fecha datan algunos documentos de la Cofradía de la Santa Vera Cruz y Jesús Nazareno, la más importante de cuantas desfilan por las calles de la localidad durante estos días. «La singularidad es palpable», apunta Gallego. «Aparte de las imágenes y del patrimonio, se ven aquí procesiones que no se pueden ver en otro sitio y hay una gran implicación de los vecinos». Y es que en un pueblo de unos 1.400 habitantes, 700 son cofrades. Y no se da aquí que una sola persona forme parte de varias cofradías, algo que sí sucede en otros lugares. «Esto es más cerrado, como ser del Madrid o del Barça», apunta Jesús Villar, otro de los representantes de las cofradías.

La conversación sobre la Semana Santa se lleva a cabo en la iglesia de San Nicolás y asisten a mayores Rosa Sánchez y Ángel Boyano. El marco es ideal para hacer un recorrido sobre lo que serán los siguientes días, pues ahí se encuentran todas las imágenes que recorrerán las calles del pueblo desde el Viernes de Dolores hasta el Domingo de Resurrección. La charla lleva irremediablemente a hablar de la calidad de las piezas. Como la Dolorosa, que en el caso de Villalpando es una Piedad de importante valor artístico, que data de principios del siglo XVII y que puede ser obra, explica Gallego, de Pedro Bolduque, aunque se le ha atribuido también a Juan de Juni. «Las imágenes antiguas que tenemos en este pueblo son todas anónimas. Lo más que podemos es hacer atribuciones, pero no tenemos documentos que atestigüen la autoría», apuntan los cofrades. La calidad artística es, con todo, evidente. Como sucede con el Cristo de la Pasión, posiblemente la talla de más categoría de la Pasión de Villalpando, atribuida a Francisco del Rincón. O el Nazareno, «una obra maestra del barroco castellano» que data del siglo XVII y se atribuye al círculo de Gregorio Fernández.
La implicación del pueblo
Pero lo que cuenta es cómo se vive la semana en la zona, y en Villalpando la Semana Santa experimenta en general un buen momento. El número de cofrades se ha venido incrementando en los últimos años y, sin ser un crecimiento exponencial, sí se ve más interés en los niños y en las propias familias por continuar con la tradición que han heredado de los antepasados. Una presencia de personas que se nota más en los actos de calle que en los religiosos, ya reservados para pocas personas. «Pasa lo que en todas las semanas santas, que va por familias. Hay familias que son todos del Nazareno y apuntan ahí a los hijos, otros que son todos del Cristo… pero lo importante es querer continuar con las costumbres», apunta Boyano, que celebra las decisiones tomadas «en el buen sentido» cuando, hace años, la mayoría de las hermandades abrió sus filas también a las mujeres. «En el caso del Cristo primero fueron unas pocas, pero ahora nos están salvando», concluye el villalpandino. «Hay otras ciudades donde ahora se habla de esto. En Villalpando, la incorporación de la mujer es ya una historia lejana».

La declaración de Interés Turístico habla a las claras de esta implicación de la que hablan los cofrades. «Tenemos puesto el foco en los niños», sabiendo que en ocasiones el camino que hacen las familias es el inverso y son los niños los que animan a los padres. Algo que se une al interés de «agilizar» los desfiles, evitando procesiones que se alarguen innecesariamente, cuestión que «echa para atrás a público, cofrades y turistas», explica Villar. «Queremos quedarnos con la esencia de las cosas. No ir corriendo, claro, pero si podemos recortar ciertos aspectos, creo que es bueno hacerlo. Hubo un tiempo en el que las procesiones daban muchas vueltas de forma innecesaria», resume.
Los cambios los impulsan una serie de representantes, los que hay en la junta de cofradías, que son por lo general personas jóvenes, inquietas, que no hacen la Semana Santa «porque hay que hacerla» y que sí buscan que robustezca sus raíces y crezca en los próximos años. «Villalpando fue un pueblo bastante grande. Ahora ha perdido población, pero nuestra Semana Santa sigue siendo importante. Lo puede ver cualquiera que venga», concluye Jaime Gallego. Las puertas de la ciudad están, este año más que nunca, abiertas.
