El viejo puente de la Estrella, abierto en 1869, cerrado en 1928 y sumergido bajo el embalse de Ricobayo en 1933, es uno de los lugares de visita obligada para los curiosos cuando los niveles de agua están bajos. Después de casi un siglo sin uso y de su hundimiento durante muchos meses del año, el viaducto resiste en un estado bastante aceptable. O, al menos, así era hasta hace bien poco. Las imágenes de las últimas semanas empiezan a contradecir esa afirmación.
Y es que una de las últimas bajadas del embalse ha dejado a la vista la presencia de grandes boquetes en una de las zonas laterales del viaducto, unos daños que no existían antes y que permiten intuir que la vista del puente tal cual se ha conocido en los últimos decenios, con la estructura prácticamente intacta, podría dar paso a una estampa de ruina que quizá resulte más lógica. Ni los años ni el agua pasan en balde.

La aparición de estos daños en el puente, aparentemente incorregibles, habida cuenta de su abandono voluntario por parte de la Administración en los años 20 del siglo pasado, da una percha para hablar un poco de la historia de un viaducto creado para permitir la comunicación entre las comarcas de Tábara, La Carballeda y Sanabria con la zona de la capital, dentro de la antigua carretera Villacastín – Vigo.
Según la revista de Obras Públicas de la época, el puente consta de trece arcos de medio punto. Los siete centrales tenían 16 metros de luz y los laterales diez, con una altura de quince metros por debajo de la clave. El puente tuvo, en su tiempo, un gran tránsito de carretas, pero también fue usado para uso peatonal y pecuario.
Conviene destacar que, el mismo día que se abrió el antiguo puente de la Estrella, se pusieron en servicio también el de Ciervas y el del Tera, en el tránsito de una vía de comunicación que, según cuenta la historia de la época, inicialmente se iba a construir por Villardeciervos, pero que finalmente se realizó por Tábara, en el espacio que ahora ocupa la carretera nacional por la que transitan los vehículos.

A la vista, de forma recurrente
Con la llegada del embalse, el puente antiguo quedó cerrado al tráfico unos 60 años después de su apertura, pero las circunstancias y, sobre todo, los años de grandes sequías, lo han dejado a la vista de manera recurrente tras su inundación posterior. De hecho, incluso ahora, se puede observar parte de la estructura superior y, en estos días, ha sobresalido lo suficiente como para comprobar los daños que padece el viaducto.
Hace relativamente poco, en temporadas de niveles muy bajos del agua, se han podido tomar imágenes del puente a la vista casi por completo, muy cerca, aguas abajo, del viaducto que funciona en estos momentos. Cuando esos descensos del embalse se vuelvan a producir, la estampa ya no será la misma. Cosa del paso del tiempo y del agua.