El burro zamorano-leonés inicia su camino de vuelva a los orígenes de la especie. Los ganaderos de la raza, por boca de Jesús Gabriel, secretario técnico de Aszal, lamentan que la selección genética de las últimas generaciones «quizás nos haya llevado a animales más grandes y torpes», cuestión que ahora se pretende corregir para volver a las hechuras más típicas de la especie, burras más «recogidas» que permiten mejorar el aspecto de la especie y que son más adecuadas para los nuevos usos. Los ganaderos están convencidos de que este es el camino correcto y animan a los compañeros de profesión a seguirlo ya que «aunque los animales sean de cada uno, la especie es de todos».
El sector regresa así a las «evidencias que nos mostraban los ganaderos tradicionales», unos modos que se han ido perdiendo con el paso de los años pero que, como sucede tantas veces con esta y otras cuestiones, se han demostrado como los más eficaces. Animales más bajos crían mejor y crían buches más sanos. Además, no es necesario cubrir a las burras todos los años, como se ha hecho en muchas ocasiones. «Ahora volvemos al año y vez», esto es, un año sí, un año no. «Cubrir todos los años no se ha demostrado más eficaz para aumentar el número de ejemplares», confiesa Gabriel.

Cuestiones estas que los asistentes a la edición número 25 de la exposición monográfica del burro zamorano-leonés han podido conocer de primera mano en San Vitero, donde el animal es este fin de semana protagonista indiscutible con la presencia de cerca de medio centenar de ejemplares, la mayoría llegados desde Zamora pero con presencia también de ganaderos de León. Aszal ha puesto de nuevo en valor, como cada año, el prestigio de la raza, que llega de la mano de los grandes garañones con los que se pudieron criar mulas de trabajo en los tiempos en los que una mula era el activo más preciado en la casa de cualquier agricultor. «La mula es el mejor animal de trabajo», recuerda Gabriel, un animal sustituido con la llegada de la tracción mecánica. «Cuando los tractores llegaron a España, se mataron más de un millón de mulas en menos de diez años en España», lamenta el secretario técnico de Aszal.

La raza se busca ahora nuevos usos como guardiana de ganado contra los lobos, con algún proyecto de pastoreo y, sobre todo, con la cooperativa Buleza, que se encarga de extraer leche de burra para elaborar productos para el consumo humano. «Salidas» que el sector busca para mantener una especie en peligro de extinción y hacerla, además, rentable.
La feria ha transcurrido, por lo demás, de la manera tradicional, con cientos de personas tanto dentro del recinto como fuera, donde los puestos de productos tradicionales aprovechan la afluencia de personal para hacer el agosto. La que no vive buenos tiempos es la tradicional subasta, que no logra despertar el interés de los compradores. De los seis animales subastados solo se ha vendido uno, el único macho, por setecientos euros. El resto han vuelto a manos de sus ganaderos. Quizás convenga darle una vuelta al sistema de subasta inversa, mediante el cual los animales empiezan valorados en 2.000 euros y se van rebajando de precio hasta que el ganadero considera que la cantidad es demasiado baja. No se ha registrado ni una sola puja para las cinco burras subastadas, y eso que algunas se han rebajado hasta los 1.200 euros. Ni con esas.

Así y todo, lo esperable es que los animales subastados cambien de manos pronto, ya sea durante este fin de semana o en fechas próximas, pues los ganaderos suelen llegar después a acuerdos de compraventa. Son los nuevos modos, que imperan aquí también. «No sabemos qué pasa. Antes la gente se pegaba por pujar aquí y ahora no, parece que por vergüenza», lamentaban desde Aszal.