– «Como esto siga mucho tiempo así nos toca cerrar».
Es José Ignacio Calleja el que se lamenta. Es frutero y su negocio siempre ha estado muy concurrido, hasta hace unas semanas. Desde «que se metió el frío», dice, la clientela no deja de marchar. Al menos, a este pequeño empresario zamorano no le faltan razones, algo de lo que sí carecen otros emprendedores. A escasos metros de donde se mantiene esta conversación una retroexcavadora se afana en abrir un surco en la calzada. La frutería, habrán adivinado ya muchos, está en Cardenal Cisneros.
El de Jose es solo uno de los muchos negocios que durante estos meses sufren las consecuencias de las obras de humanización en las travesías de la ciudad, unas obras que causan perjuicios a los viandantes y enfados a los conductores día tras día. Pero lo peor lo sufren aquellos empresarios, como Jose, a los que el avance de las obras les afecta directamente al bolsillo.
El frutero explica que, si bien la clientela que vive en la margen izquierda de Cardenal Cisneros (Ensanche) se mantiene, los vecinos de la zona de la estación de autobuses han dejado de venir. Es un negocio de cercanía, no precisamente afectado por las restricciones a la circulación, pero buena parte de la parroquia «es gente mayor» que «tiene que caminar más para cruzar, porque por aquí enfrente no se puede, y que ha cambiado de hábitos».
Confirman el diagnóstico dos vecinas que echan el rato de conversación bajo los soportales, esperando a que escampe. «Para cruzar allí hay que dar una vuelta…», dice una, Margarita, la más joven de las dos, vecina de la avenida de Federico Cantero Villamil. La otra vive al otro lado, en Santa Teresa. Y lo celebra. «Si tuviera que cruzar, a lo mejor ni cruzaba», apunta apoyada en el bastón.
No todos los negocios atestiguan pérdidas, pero sí molestias, como no podía ser menos ante una obra de tal envergadura. Unos pasos más arriba, en Boizas, el gerente de la empresa celebra que el local «es sobre todo para compras menudas» y no es necesario llevar el coche para cargar, algo que sí es más habitual en las tiendas de Víctor Gallego y de San Andrés. «Aquí vivimos mucho de la gente que pasa por el escaparate, ve algo y se lo lleva. Más que de gente que viene aquí exclusivamente a comprar. Así que así vamos salvando», apunta Luis Boizas.
El problema de la carga y descarga
De lo que se quejan los dos negocios es de los problemas diarios que hay para descargar la mercancía, que afectan a todos los locales que hay en los soportales que van del cruce de las Tres Cruces al de Príncipe de Asturias. «No hay zonas en las que poder aparcar la furgoneta un rato y estar tranquilo», se lamenta Boizas, ya que «solo hay un puesto de carga y descarga y siempre está ocupado».
José Ignacio Calleja opina lo mismo. «Hay que subirse con la furgoneta por las aceras, aparcar en vados esperando que no salga o entre nadie y hacerlo todo corriendo. Muy mal, es lo peor», apunta. Por las mañanas, dice, la situación es más complicada, con los camiones de varios negocios aparcados bien sobre la acera bien en doble fila para intentar descargar la mercancía. «Entre las obras y esto, es un rato complicado», apunta.
Las obras van avanzando
La esperanza en la zona es que las obras cumplan con los resultados prometidos y la zona quede mejor dentro de unos meses de como está ahora. A la ya habitual confusión con los carriles (quedarán dos por sentido, como hasta ahora, siempre hay que recordarlo) se suma la incertidumbre sobre el resultado final. «Esperamos que valga la pena», resume el frutero.
Las obras, por lo demás, avanzan a buen ritmo. Los trabajos, en conjunto (Cardenal Cisneros, avenida de Requejo y avenida de Galicia) están ya ejecutados aproximadamente en un cuarenta por ciento y los resultados son ya visibles en algunas zonas, como en la entrada a Zamora por la zona de Vista Alegre. Los plazos obligan a que las obras estén rematadas antes del 31 de diciembre aunque, visto el ritmo actual, hay que se aventura a que pudieran estar terminadas antes. Un lapso de tiempo que, a quienes conviven diariamente con las máquinas, todavía se les hará muy largo.