Sucedió en un momento indeterminado de los años 90. En la céntrica calle Benavente de Zamora capital, un albañil acudió a la obra de derribo de un edificio. Hasta aquí, nada raro. Ni siquiera se puede entender como algo demasiado especial que este trabajador encontrara un par de cajas con negativos fotográficos entre las futuras ruinas del inmueble. Lo que viene ahora ya empieza a resultar más y más curioso, y constituye el germen de Historias de Plata. El proyecto ya ha asomado la cabeza en Instagram, aunque la historia de su nacimiento y desarrollo viene de unos tiempos en los que las redes sociales no eran ni siquiera una ilusión.
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Pero volvamos al albañil. El tipo se quedó con las cajas y con los 66 negativos que contenían. Todos eran de la marca Valca, una empresa vasca que se instaló en Burgos a principios de los años 40 y que cerró definitivamente en 1992. Algunas de las placas halladas por el trabajador eran de cristal, lo que evidenciaba su antigüedad; otras, del material plástico más común a partir de entonces. Sea como fuere, todas las imágenes que contenían iniciaron un sueño de treinta años. Hasta el mes de mayo de este 2024.
En esta historia, quedan cabos por atar. Por ejemplo, saber por qué el albañil se quedó con las cajas tantos años sin hacer nada con ellas, o cómo decidió finalmente dárselas a una amiga que se las entregó a otra antes de que esta última, finalmente, llegase a S. El receptor final prefiere identificarse con la inicial para mantener el anonimato. Simplemente, por darle protagonismo a la historia y no a quienes la están hilando. Sus investigaciones y su conocimiento técnico han permitido hacer algunas averiguaciones más en este tiempo.
Para empezar, que todo apunta a que muchas de las fotografías que contienen las cajas son de los años 40. Todas ellas son retratos de personas, presumiblemente de hombres y mujeres de Zamora, que aparecen en imágenes de una calidad sorprendente para la época de la que estamos hablando. S. lo explica desde el hecho de que los negativos se hallaron en placas de «medio formato», de 6×9 centímetros.
Esa circunstancia facilitó las cosas; otras las complicaron. Por ejemplo, el polvo acumulado durante años sobre los negativos: «Tuvimos que lavar, enjabonar, quitarles la mierda y aplicarles un tratamiento fungicida», señala S., que cuando recibió el material también se quedó con un encargo: enterarse de quién era el fotógrafo. Para eso, contactó con Tomás Alonso Chamorro, un contable retirado apasionado de la imagen que dio el primer nombre: Francisco Cuevas.
Aquel fotógrafo tenía el estudio en el entorno de la calle Benavente, lo cual encajaría bien con la historia del albañil, pero esa identidad todavía es una suposición. Y el proyecto Historias de Plata quiere información y certezas. Primero, acerca de si el profesional que estaba detrás de la cámara era, efectivamente, Cuevas, y después sobre la posibilidad de profundizar para saber si existe un archivo mayor, «con miles de imágenes», que constituya un patrimonio amplio para la ciudad y para la provincia.
Saber si ese fotógrafo era Cuevas u otra persona movió a S. y a sus compañeros del proyecto a crear la cuenta de Instagram de Historias de Plata, donde apelan al clásico «¿Y tú de quién eres?» de los pueblos para hallar a alguna persona que reconozca un rostro familiar entre las fotografías ya digitalizadas de las personas que aparecen en los negativos. «En las fotos antiguas, siempre solía venir por detrás el nombre del fotógrafo, así que se trata de ver si alguien tiene esas imágenes en un álbum», remarca S.
En paralelo a la búsqueda por Instagram, los miembros del proyecto han elaborado un catálogo que pretenden mostrar en algunas residencias o centros de día para tratar de hallar a familiares cercanos o amigos de las personas que salen en las fotos. Por edad, cuesta pensar en encontrar a un protagonista directo vivo, pero tampoco es descartable por completo.
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Mientras, en paralelo a las pesquisas para conocer la identidad del fotógrafo, los impulsores de Historias de Plata han visto despertar la curiosidad por el nombre y los apellidos de las propias personas que salen en las imágenes. De ahí también puede salir un proyecto. Cabe citar aquí la obra «Documento Nacional», creada por Paco Gómez, donde se recogen 10.000 fotos de carné de personas anónimas que se tomaron entre 1966 y 1983. Todas juntas dieron lugar a un bloque que muestra parte de la evolución social del país en la salida del Franquismo rumbo a la democracia.
Donación a la filmoteca
Aún no está claro por dónde irá la idea de S. y de sus compañeros. De momento, todo está en la fase de identificación. Eso sí, los negativos ya se han donado a la filmoteca de Castilla y León y el proceso se está documentando en vídeo: «Entre lo que más nos llama la atención está la maestría del fotógrafo a la hora de controlar la luz», subraya el responsable de Historias de Plata, que habla de la presencia de muchas más mujeres que hombres y que apunta que una de ellas lleva algo parecido a una toga. «Si era abogada, podremos saber su nombre a través de los registros, es otro hilo del que tirar», advierte S.
La cuenta de Instagram de Historias de Plata ya ha subido el 80% de las fotografías que tiene. Pronto, el catálogo viajará también por las residencias. «A lo mejor, en esos centros encontramos al hijo de alguien», zanja S. Hay 66 pistas para encontrar la ficha que complete el puzle.