Sobre la pared de frontón que hay en la plaza de Olmillos de Valverde, alguien escribió algún día las palabras «Casa Kristo». El autor no se comió demasiado la cabeza, pues al pie de esa fachada verde castigada por el tiempo está, efectivamente, la iglesia. Allí, al lado del templo, han sido citados los vecinos de la localidad a las doce y cuarto de la mañana del primero de diciembre para escuchar y votar. Sí, han leído bien. No es que las elecciones se hayan adelantado en este anejo de Burganes, es que este domingo toca consulta popular al aire libre.
Los vecinos que van arremolinándose en el entorno llegan con la información básica: el Ayuntamiento ha recibido una propuesta para hacer un parque fotovoltaico en el término y su alcalde mayor, Christopher Ferrero, les prometió antes de salir elegido que les consultaría cualquier decisión trascendental antes de lanzarse, así que las cerca de 50 personas que acaban por juntarse en la plaza, al lado de la iglesia, acuden para enterarse de qué va la cosa y decidir.
Ferrero, el alcalde, es un informático de 26 años que se planta en la plaza acompañado por el pedáneo de Olmillos, Iván Santos, que aparenta ser más o menos de su quinta. Tras unos minutos de cortesía, y apremiados ya por la gente, los dos se suben a la escalinata de acceso a la iglesia para que el regidor hable y cuente lo que hay. Abajo, los vecinos, que representan más o menos una quinta parte del pueblo, callan y escuchan.
Es entonces cuando el joven mandatario municipal empieza a relatarles lo que algunos ya habían ido viendo por los medios. Es decir, que el Ayuntamiento recibió hace un tiempo una propuesta para instalar un parque fotovoltaico – y quizá también eólico – en sus terrenos. El equipo de Gobierno se mostró interesado, avanzó en las conversaciones y ahora tiene un contrato encima de la mesa para darle luz verde al proyecto.
A Olmillos le tocan 30 hectáreas; a Burganes, la cabecera del municipio, más de 80. Solo con las placas y en concepto de alquiler, el Ayuntamiento recibiría más de 180.000 euros anuales durante 35 años prorrogables a 40. Si se suman los molinos, la cifra podría subir a 300.000. Eso, junto a un pago inicial de 3,2 millones por una tasa municipal aprobada precisamente para aprovechar más el tirón económico de esta propuesta.
Ferrero explica todo esto desde una postura que no esconde: él está a favor del proyecto, lo ve como un tren al que subirse. Por eso, lo trae todo bien aprendido. También, las cláusulas que protegen el interés municipal y las respuestas preventivas a las posibles preguntas que pudieran surgir en la plaza. «Sí, avisarían con margen e indemnizarían a quien estuviera sembrando esas tierras; sí, están obligados a dejarlo todo como lo encontraron; sí, se generarían cuatro empleos entre la gente del municipio».
El alcalde apunta también que los plazos podrían variar entre los dos, los tres o los cuatro años para el inicio de la instalación, y revela además qué haría con el dinero: construir una residencia. «Esto cada vez va a menos y, de esas tierras, vivir directamente no vive nadie», argumenta Ferrero, que entonces mira a los vecinos de Olmillos y advierte: «La decisión final la tenéis que tomar vosotros. ¿Se opone alguien?». Solo el ladrido de un perro quiebra la aprobación silenciosa. Luego, vienen varias risas y un aplauso. Aquí, el «sí» es unánime.
La decisión, en manos de Burganes
La escena ahora se desarrolla en Burganes, la cabecera municipal. También bajo la iglesia, cuyas campanas han tocado a concejo. Son las dos menos cuarto de la tarde y más de cien vecinos caminan hacia las escaleras donde, de nuevo, se ha subido Christopher Ferrero: «Parece que nos van a dar un fardo de dinero», ironiza uno de los asistentes, antes de escuchar el mismo discurso lanzado previamente en Olmillos.
Esta vez, al terminar, el alcalde sí tiene que responder algunas preguntas:
– ¿El pueblo no tendrá que pagar nada?
– No, ni un solo euro
– ¿Y los que tenemos fincas?
– Estuvieron mirando, pero solo veían la posibilidad del terreno arable del monte.
– ¿La firma es española o extranjera?
– Con la que firma el Ayuntamiento, española, pero el grupo es alemán.
– ¿El voto no puede ser secreto?
– No. Está prohibido hacer un referéndum, solo puede ser así. Es una decisión de cada uno. O lo hacemos levantando la mano o poniéndonos unos a un lado de la farola y los otros al contrario.
Sin mucha más ceremonia, los vecinos optan por alzar la mano. Y casi todos, la inmensa mayoría, la levantan por el «sí». Ferrero termina feliz por el espaldarazo generalizado. Antes de que acabe el año, se reunirá con la empresa para seguir avanzando, siempre con el objetivo de apretar para que el municipio obtenga el mayor beneficio posible y corra el mínimo riesgo, según explica el propio mandatario. Haga lo que haga, esta vez será con el apoyo explícito de sus vecinos.