Basilio Fernández vive en la punta de arriba de Bermillo de Alba, pero casi desde abajo de la cuesta se le ve venir la bonhomía. A veces, le cuesta expresarla porque la sordera le complica la vida, pero este alistano le pone voluntad. Los achaques son normales cuando uno ha cumplido ya las 88 primaveras, y a lo del oído se le añade la necesidad de un andador para moverse. Con todo, este pastor retirado se levanta de una siesta temprana para charlar. Tiene cosas que decir.
Acompañado por su hijo Francisco, que mira divertido la escena, Basilio afina los sentidos para no perder el hilo y para tratar de narrar por qué el próximo 10 de noviembre se desplazará a Sarracín para ser el homenajeado en la jornada de la exaltación de la capa alistana. Este hombre de Bermillo de Alba no es uno de esos ilustres que se han ido poniendo la prenda en los últimos años para la foto; él se la enfundó en el campo, e hizo varias decenas más para su gremio; para las personas de la tierra.
¿Pero por qué él? Básicamente, por la mano. De oídas, los compañeros de las jeras en el campo se enteraron de que Basilio se daba maña para las prendas. «Y uno de los que tenía ovejas como yo me dijo: ‘Coño, ¿por qué no me haces una capa?'», recuerda el pastor jubilado de Bermillo de Alba, que para entonces ni había hecho ni había visto hacer ninguna. Su interlocutor no se rindió: «Me dijo: llevo yo una, tiramos el paño al suelo, lo ponemos encima y la cortamos. Así surgió todo», resume el alistano.
Dicho de otro modo, Basilio Fernández puso la mano y aprendió a ojo. Su hijo desliza que algo captó en la zona de Villalcampo, pero él insiste en la historia inicial: «Allí no hacía ninguna», le corrige. Eso lo afirma con contundencia, pero este particular sastre, que también se atrevió con otras prendas, tiene más problemas para definir cuántas capas acabó confeccionando con su sistema personal: «Yo qué sé, más de treinta», despacha. Quienes le homenajean hablan de en torno a cincuenta.
En cuanto a su secreto para aprender de esa manera tan autodidacta, el vecino simplifica la historia y evita en todo momento darse importancia: «La cortábamos mirando otra y la hacíamos más larga o más corta según fuera el hombre, no tiene más», recalca Basilio, que subraya que la labor fue para los compañeros: «Era cuando antaño andábamos por ahí todos, y en aquella temporada hice algunas», abunda.
Este alistano de la quinta del 36 entregó su talento a la causa de la protección contra los inviernos a la intemperie, unos tiempos que padeció durante toda su vida laboral, salvo los seis meses en los que se marchó a Holanda. La vida de emigrante le duró poco. Su sitio estaba con las ovejas, con el negocio que ha heredado su hijo Francisco, aunque la vida con la ganadería haya cambiado mucho: «Entonces todos teníamos pocas; ahora, el que tiene las tiene todas», constata Basilio.
Entre fase y fase de la conversación, el alistano saca algún libro que acompaña lo que dice, le pregunta a su hijo por la preparación del homenaje y se suelta del andador para demostrar que podrá resistir de pie durante el acto. Su descendiente le aclara que una cosa es quedarse sin agarre y otra muy distinta echarse la capa por encima, como parece la intención de Basilio el día 10. El aludido sonríe y concede: «Pesa mucho. Y más si llueve, que no hay quien la lleve».
La procesión del Viernes Santo
En la comunicación sobre el homenaje, la asociación de la capa alistana recuerda que la prenda confeccionada en su tiempo para los pastores también protagoniza ahora la procesión que se desarrolla en Bermillo de Alba el Viernes Santo. Parte de esos ropajes que se ven en tal fecha en la localidad salieron de las manos de Basilio, que trabajó siempre «con una vieja Singer» y que se cortó la coleta del sastre a mediados de los 90.
Ahora, a pesar de su humildad, la insistencia le delata. El reconocimiento le hace ilusión. De hecho, se sabe el programa de actos que adornará la jornada en Sarracín. Allí estará él, rodeado de las capas pardas que ya no se ven por las tierras ni por los montes, pero que forman parte del legado surgido de las manos de hombres como él.