Ramon Martín descubrió su pasión por el monopatín en los años ochenta y, una vez le picó el gusanillo, no lo ha dejado. Desde los patines «pequeñitos, de plástico» con los que empezó a otros mucho más elaborados, de madera y con diseños bastante más trabajados, el zamorano ha visto pasar los años y ha visto su reflejo en las tablas de skate. Y empezó a coleccionar tablas, decenas de tablas. Una parte de ellas, que no todas, se encuentran desde hoy expuestas en la rampa del Museo Etnográfico de Zamora, lo que supone un aporte urbano a un recinto al que la exposición le encaja como anillo al dedo.
Ramón Martín hace un recorrido por la exposición y la cuenta con verdadero entusiasmo. Las tablas, «lienzos sobre ruedas» adquiridos a lo largo de los años, son reflejo de épocas, de modos de patinar y también de movimientos sociales y políticos vigentes cuando se fabricaron. La exposición, compuesta por 52 tablas de skate, está formada por «reediciones» de los diseños originales, lanzadas por las propias marcas, idénticas a las originales pero más accesibles para el público en general. La diferencia, explica Martín, es notable, pues una tabla original puede llegar a costar miles de euros.
Las tablas están a estreno, nunca nadie ha patinado con ellas. «Son dibujos muy bonitos, pero si te pones a patinar con ellas, por los bordillos, en dos tardes está toda rayada. Yo creo que tienen su valor artístico, y de ahí la razón de esta colección, que yo tenía en mi casa pero que me apetecía poner en valor y compartir con la gente», explica el zamorano. «Están pensadas para patinarlas, romperlas, pero yo quiero poner en valor los diseños», apunta el coleccionista.
El espectador avezado verá que las tablas son hijas de su tiempo tanto en los dibujos como en las propias formas. Lo explica Ramón. «Las formas de la madera son diferentes, y muy personales. Los trucos cambian a finales de los ochenta y vuelven a cambiar en los 2000, y las tablas se tienen que adaptar». Así, las más actuales se ven más simétricas, mientras que las más antiguas tienen una forma mucho más «puntiaguda». «Tanto el dibujo como la forma nos hablan del momento en el que fueron creadas».
De las calaveras a la política
Los dragones, diablos y calaveras que el gran público asocia a las tablas de skate son herencia de los años ochenta. En los noventa aparecen otro tipo de diseños, con colores más vivos. Y aparecen también los motivos políticos. En este orden, llama la atención una. Frente a la Casa Blanca, Donald Trump estrecha la mano de un miembro del Ku Klux Klan. Una reedición de otro diseño, muy polémico en su día, en el que quien estrechaba la mano del racista era un policía americano. «La reedición que tengo aquí es de hace seis años y se cambió el diseño por considerarlo más actual», explica Ramón Martín como curiosidad.
Se aprecian también la última etapa las influencias de la cultura urbana en las tablas, un camino que ha sido de doble dirección, también con influencia de los monopatines en el día a día de las ciudades. Ejemplo más manido, «las zapatillas Vans, utilizadas hace años principalmente por los patinadores y ahora por el gran público». Una evolución similar a la de Converse y Jordan con la NBA.
«El skate vive un buen momento»
La reconstrucción del parque de skate en la Aldehuela, aunque con alguna pega, ha sido bien recibida por el mundillo de los patinadores en Zamora. «Hacía falta», asegura Martín, «una infraestructura adecuada para que los antiguos aficionados pudieran acudir y para que los nuevos tuvieran un lugar en el que relacionarse entre ellos». Infraestructuras, en suma, que muestren que «hay más deportes que el fútbol y el baloncesto, que de eso ya hay mucho».