Un simple gráfico de líneas basta para entenderlo. Lo presenta el catedrático de Teoría, Metodología y Cambio Social de la UNED Luis Camarero. En la parte de arriba, los trabajadores que residen en un pueblo de Zamora y salen fuera de forma cotidiana para cumplir con sus compromisos laborales; en la zona de abajo, la cara B: los empleados en determinadas localidades de la provincia que no están asentados en ellas. En ambos casos, la conclusión es la misma: la movilidad de un municipio a otro para acudir al puesto de trabajo es lo común.
El gráfico muestra también la realidad por franjas etarias, y evidencia que más de la mitad de los ocupados mayores de 55 de la Zamora rural trabaja en otro pueblo distinto al de su residencia. Y el porcentaje no deja de crecer a medida que uno se aproxima a edades más tempranas. En el caso de los menores de 30, esa tasa supera el 80%: «Donde no se puede vivir sin coche es en los sitios pequeños, y hay que pensar cómo compensarlo», reflexionó este miércoles Luis Camarero, durante su ponencia de cierre del curso sobre fiscalidad y despoblación que ha celebrado el centro asociado de la UNED en la ciudad esta semana.
Camarero situó la movilidad como uno de los elementos centrales de una exposición sobre la realidad de la España rural, y Zamora en particular, que arrancó por un concepto claro: «España es y ha sido un país de baja densidad de población». Al menos, si se compara con su entorno, con países como Alemania u Holanda. «Es nuestro modelo de territorio, lo hemos construido así y eso nos permite tener calidad alimentaria y medioambiental, una fuerte diversidad y un estilo de vida concreto», explicó el catedrático.
Ahora bien, según Luis Camarero, esa circunstancia, que no tiene por qué ser negativa, debe disociarse de la aplicación de un modelo de desarrollo «por acumulación» en determinadas zonas que mantiene a otros territorios «olvidados». «En España, vivimos entre la araña de Madrid y el litoral», deslizó el profesor, que apuntó que existe una brecha rural y urbana y que aludió a la crisis que provoca que «crezcan las costas y se vacíe el interior».
«Las personas que van a tener hijos se concentran en la periferia urbana», insistió Camarero, que hizo un repaso por lo ocurrido en los últimos años y que constató el efecto negativo de la crisis económica de 2008 para el saldo migratorio en los pueblos, una tendencia que se sumó a las consecuencias de un saldo vegetativo aún hoy nefasto y que solo comenzó a cambiar a raíz de la pandemia: «Lo migratorio es bastante reversible», señaló el catedrático, que no obstante admitió que «el gran vacío demográfico está en Zamora y en la frontera con Portugal».
La estructura más que el número
En esa línea, para Camarero, el problema en estos momentos «no es el número». «No nos debe preocupar tanto ser muchos o no», afirmó el experto en la materia, que puso el ejemplo de una población de Huesca con doce habitantes y personas de distintas edades: «El problema que tenemos es que la población se ha ido quedando fuertemente envejecida», recalcó el catedrático, que se preguntó «quién va a emprender» en lugares donde ya apenas queda población activa.
Además, la que hay se va fuera a diario a trabajar, como resaltó Camarero, que profundizó aquí en la cuestión ya señalada previamente: «Hemos construido un territorio que funciona con la movilidad y tenemos una ruralidad muy residencial», advirtió el profesor de la UNED, que sacó otro gráfico para demostrar que las personas de los pueblos destinan un porcentaje mayor de su renta (en torno a un 18% por el 12% de los habitantes urbanos) a costear sus gastos de transporte.
A partir de ahí, el catedrático enumeró algunos de los servicios dañados en las localidades pequeñas, como los cierres de comercios o de oficinas bancarias, y lamentó que el modelo de España «genera desigualdades sociales». «Además, tenemos territorios muy polares: los jóvenes están en un sitio, los mayores en otro, y en las zonas rurales hay muchas economías dependientes en las que buena parte de los ingresos viene de las pensiones», recordó Camarero.
En ese punto, el profesor incidió en que «todo lo que sea mantener y llevar servicios a los pueblos es obligado y básico». «Desde 2008 ha habido una retirada de los servicios públicos, y la pandemia ha golpeado a la distribución territorial de los recursos sanitarios. Esa es otra cuestión pendiente aparte de la de la movilidad», zanjó Luis Camarero.