– «Hombre, tampoco está tan, tan mal».
Son las primeras palabras que pronuncia Timoteo Marcos, el párroco de El Piñero, cuando se interna en la iglesia del pueblo, la última incorporación de Hispania Nostra a la Lista Roja de Patrimonio en la provincia de Zamora. De hecho, desde dentro, el párroco tiene toda la razón. La iglesia no es peor, ni mejor en lo referente a conservación, que cualquier otra de las repartidas por toda la geografía de la provincia. Está abierta al culto, está limpia, tiene calefacción. En fin, que está cuidada. Si acaso, puede verse un desconchón en el techo en la parte de atrás, desconchón que anticipa lo que hay fuera.
La iglesia está levantada en una parte alta del pueblo. Su construcción se inició en 1512 y se finalizó en 1560, lo que da una idea de su antigüedad, y a lo largo de los años se ha sometido a diversas remodelaciones, como se ve en la piedra. El problema es lo que hay debajo, explica el párroco, que se mueve entre piedras, vallas caídas y varillas de ferralla con una agilidad apabullante. Debajo de la iglesia hay dos bodegas, una en práctica ruina, abandonada, y otra en una situación algo mejor, aunque tampoco para tirar cohetes. Una de ellas prácticamente se ha hundido llevándose con ella lo que hay encima. Y lo que hay encima es la base de la iglesia.
El Obispado se ha puesto ya manos a la obra y hay un proyecto elaborado para que la espadaña del templo, que es la parte que se atisba más delicada, no se caiga. Lo explica el párroco. «Consiste en hacer una especie de agujeros en el suelo» para introducir hierro dentro, reforzar la cimentación y levantar desde ahí «un contramuro» que solidifique la estructura.
– Y esta obra, ¿quién la paga, el Obispado?
– Pues ese es el problema.
La cuestión tiene su miga, porque la Iglesia defiende, por boca del párroco de la zona, que el templo es anterior a las bodegas y que su construcción es sólida. «Lo que ha pasado aquí es que hay otras edificaciones que no han aguantado y está afectando a la iglesia, pero habrá que ver de dónde viene el problema», razona Marcos. «Aquí lo que pasa es que las bodegas eran muy grandes, entonces la gente hacía un tabique y la parte que quedaba detrás, pues ahí quedaba, abandonada. Y eso es lo que se está hundiendo ahora. Pero eso es de alguien».
«Mal estado de conservación», según Hispania Nostra
La iglesia, dice Hispania Nostra, está «en mal estado de conservación en el frente» en lo que influye al campanario y a los muros laterales. Hay un muro de contención, el que estaba sobre las bodegas, que se ha derrumbado y está apuntalado para que no vaya a más, aunque no parece que la solución provisional vaya a aguantar en demasía. Lo más visible son las grietas de la espadaña, que sí dan aspecto de que el estado general podría empeorar.
Con todo, Timoteo Marcos no quiere alarmas. La iglesia, insiste, está «bien, razonablemente bien» y «no hay peligro» para las personas que acuden al culto. La única zona peligrosa está acotada al paso de los peatones, insiste. El párroco confía en que la empresa que «ya ha comenzado a levantar el contramuro», que ahora no está trabajando, retome pronto la faena. Del dinero, dice, ya habrá tiempo de hablar.