En la cafetería situada en las entrañas del Ruta de la Plata, Aiert Derteano se prueba unas botas del número 42 para ver si el calzado le encaja y puede utilizarlo para jugar su primer partido en un buen puñado de años: «Estoy totalmente desconectado del fútbol», advierte el exfutbolista vasco que, ya pasados los 50 y con pelo cano, se encuentra a solo a unas horas de saltar al césped para disputar el encuentro de homenaje a José María Casas, el presidente con el que convivió durante su etapa en el Zamora CF. De fondo, un vinilo con su rostro le devuelve la mirada.
Y es que en la sala en la que tiene lugar la escena, el club ha colocado las fotografías de algunas de sus leyendas, y la cara de Aiert aparece entre ellas. Fueron 136 partidos, 56 goles y tres play off a Segunda División para el «tiburón». En sus dos últimas fases de ascenso, en 2003 y en 2005, otra de las figuras que brillaba a su lado era la de Sergio Villanueva: 83 presencias y nueve goles como rojiblanco. Ninguno de los aficionados de la época ha olvidado sus nombres, sus regates, sus goles. También ellos tienen fresca esa etapa.
Pero los tiempos de futbolista quedaron atrás. Ahora es sábado 5 de octubre de 2024, han pasado casi veinte años del adiós al Zamora CF y los recuerdos duermen ya reposados en sus memorias. Los buenos y los malos. Se suponía que lo que venía a continuación era una entrevista, pero el encargado de preguntar apenas tiene trabajo. Aiert y Sergio, Sergio y Aiert van construyendo la historia entre los dos. La charla les sirve para calmar los nervios. No es fácil regresar a un lugar en el que uno fue feliz.
La idea es empezar precisamente por eso, por el feeling con la ciudad, con el estadio, con la gente, pero apenas acaban de arrancar a hablar cuando los dos exfutbolistas interrumpen por unos minutos la conversación. En la sala irrumpen Gabino Bobo, empleado del club que continúa desde la época de Derteano y Villanueva, y José Casas, el hijo del expresidente de la entidad. Los abrazos corren, las anécdotas asoman, es difícil centrar el tiro. Pasado un rato, Aiert y Sergio se sientan, y el vasco empieza a mirar atrás: «Gabino fue uno de los que me recibió en mi primer día en el club».
La primera etapa de Aiert: «¿Dónde he venido yo?»
La recepción a la que se refiere el delantero vasco tuvo lugar en las antiguas oficinas, «allí en el bingo», en las fechas próximas a la Navidad de 1999. Junto a Gabino, también estaba José Antonio Rodrigo Sotomayor «Soto», fallecido en 2008: «No sabía ni dónde estaba Zamora, te voy a ser sincero, y veo esas oficinas metidas allí en un zulo y pienso: ¿Donde he venido yo?», señala Aiert, que pronto le dio la vuelta a aquella primera impresión: «Me lo hicieron súper sencillo. Venía a un equipo pequeño, muy familiar. Por eso el primer play off fue tan especial».
Aiert Derteano llegó en el mercado de invierno de la campaña 1999-2000 procedente de la Cultural Leonesa. En esa media temporada inicial, el equipo ganó once partidos de la segunda vuelta para salvar la categoría, y el «9» marcó ocho goles. Al año siguiente, el futbolista vasco pasó de los veinte tantos y se plantó con el Zamora CF en la liguilla de ascenso ante el Amurrio, el Cádiz y el Nastic: «Se hizo un equipo muy aseadito. Empezamos a ganar desde el principio, pero al play off llegamos reventados, muy cansados. Cuando perdimos con el Amurrio en casa, nos hundimos. Eso sí, desde ahí, el Zamora fue subiendo», advierte el ariete.
El encuentro, en la 2002-2003: «Vine quince días antes de poder jugar»
Tras el éxito con el Zamora CF, Aiert se marcha rumbo al Novelda, a la Ponferradina y al Almería. En el equipo andaluz, se enroló en las filas de un Segunda División, la misma categoría en la que empezó compitiendo, en la temporada 2002-2003, un habilidoso extremo asturiano que ya había llamado la atención de José María Casas: «Había estado a punto de venir el año anterior. Al final, seguí uno más en el Marino y hay una anécdota muy buena, porque empezamos la temporada precisamente contra el Zamora, ganamos 2-0 y marco uno y doy el otro, así que el presi vino después un poco de comedia», revela Sergio Villanueva, el protagonista de la historia.
Poco más tarde, el asturiano se marchó al Eibar, que estaba en Segunda, pero apenas tuvo oportunidades: «Casas me llamó ya en octubre y me dijo: te tienes que venir para acá. Yo veía que era el nuevo estadio, que iba mucha gente y que el equipo estaba arriba, así que vine hasta quince días antes de poder jugar. Me quedé tan encantado que, aunque tenía contrato en Eibar, rescindí y firmé con el Zamora CF otros dos años», destaca Villanueva. Pocos días después del estreno del asturiano, Aiert retornó: «El club había cogido otra dimensión», constata.
La presión de una capital de provincia: «Menos mal que no había redes sociales»
Con el equipo subido a la ola de los buenos resultados y del nuevo estadio, la presión social propia de los equipos de las capitales de provincia se dejaba notar en el vestuario: «Estábamos en Segunda B, pero yo les contaba a los amigos, pasado ya el tiempo, que era de alguna manera como estar en el Athletic. Hablamos del equipo de la ciudad, con los periódicos, la tele, las radios… Menos mal que no había redes sociales. Pero sentíamos también que el club había apostado fuerte y que había que estar arriba», relata Aiert Derteano.
Villanueva añade que todos los jugadores eran conscientes de que todo iría «de lujo» mientras entrara la pelota: «Pero cuando ibas mal tenías que quedarte en casita e ir a jugar la partida escondido en el Románico. Nos avisaba la camarera: que igual viene no sé quién. Y nosotros arriba, que no estábamos haciendo nada raro, pero al final hay momentos que son así», subraya el asturiano. Ahí, por primera vez, sobrevuela la conversación lo ocurrido al año siguiente con Fabri, pero aún queda por contar de la 2002-2003.
El play off del Algeciras: «Nos vinimos arriba y el sopapo fue gordo»
Aquel equipo dirigido por José Ramón Corchado se coló en el play off con una dosis extra de sufrimiento y se plantó en otra liguilla previa a la Segunda A frente al Algeciras, el Burgos y el Athletic B. Ante el filial vasco, Villanueva y Derteano marcaron para contribuir a un triunfo por 4-2 en el primer partido que alimentaba las expectativas: «Ellos tenían a Iraola y estaba Valverde de entrenador», recuerda el «9». El extremo añade que la remontada fue «muy guapa» y reconoce que el propio equipo se vio fortalecido: «Nos vinimos arriba. Por eso, luego el sopapo fue gordo», apostilla el ariete de Amorebieta.
Ese golpe llegó ante el Algeciras: «El doble enfrentamiento contra ellos nos mató. No estuvimos bien», concede Villlanueva, que apunta que, en el duelo en el Nuevo Mirador, el equipo se pasó tres días concentrado en La Línea de la Concepción: «Estábamos demasiado tensionados», insiste el asturiano. El resultado, 1-0 en Andalucía y 0-1 en el Ruta de la Plata. Adiós a las opciones para los de Corchado, un entrenador que «no se complicaba la vida; todo muy sencillito: sumar y restar». Todo iba a parecer bueno al lado de lo que estaba por venir.
La etapa de Fabri: «A los veteranos nos tenía enfilados»
Aiert y Sergio Villanueva continuaron en el Zamora CF durante la temporada 2003-2004, que comenzó con Fabriciano González «Fabri» como nuevo entrenador: «Se esperaba mucho y nos dimos un leñazo bueno», resume el vasco: «No estuvimos bien, el vestuario tenía problemas», aporta el asturiano. Los dos se miran antes de empezar a hablar de aquello: «No sé si merece la pena», desliza Derteano. Resulta evidente que aquel trago fue duro de pasar.
«Yo creo que el entrenador no acertó», arranca Aiert, que admite que Fabri tuvo experiencias muy positivas en otros vestuarios desde aquello, pero que insiste en que aquí no funcionó: «A los veteranos nos tenía enfilados», lamenta el ariete, mientras su compañero indica que los jugadores recibían «tralla sin necesidad aparente». «No se me olvida que un amigo íntimo mío que venía a vernos entonces desde Asturias se sorprendió porque en el primer partido ganamos 3-0 al San Sebastián de los Reyes y la gente silbaba, estaba poco contenta», añade Villanueva.
A esa sensación de la gente se le unieron cosas como los problemas con algunos pesos pesados del vestuario: el caso de Iván Candela: «Perdimos en Talavera y le quiso echar la culpa públicamente», asevera Sergio. Ya como cierre Aiert abunda sobre Fabri: «Quiso buscar problemas donde no los había, entonces no caló bien. Y hasta ahí. Tampoco hace falta más, con Balta se corrigió la situación».
El año de Castellón: «Metiste la peor falta de tu vida»
Tras librar la temporada 2003-2004 en una zona cómoda, la campaña 2004-2005, la última de Aiert y Villanueva en el club, comenzó con el récord de partidos sin encajar: diez consecutivos desde la jornada dos. También con una primera vuelta de campeón. Todo, con Balta al mando. «Lo que más me llegaba de él era la semana. Venías a los entrenamientos y era una gozada de la hostia. Estábamos contentos», repasa el vasco. Su compañero profundiza: «Para mí, la base de ese año era que los viernes hacíamos un campeonato de fútbol tenis y luego nos juntábamos a pinchar. Salían chispas y después íbamos al Ariza a por jamón asado».
Aquel ambiente espoleó a un equipo que tuvo problemas para sostenerse en la segunda vuelta con una plantilla corta y con problemas físicos entre algunos de los jugadores clave, como Villanueva: «Estuve prácticamente un mes jugando infiltrado. Llegó un momento en el que dije: míster, no puedo más», rememora el extremo. La cosa se fue enredando hasta la última jornada, cuando los rojiblancos certificaron su presencia en el play off: «Entramos de chiripa», deja claro Aiert.
El ascenso se dirimía aquel año en un formato de dos eliminatorias para subir. La primera midió al Zamora con el Sevilla B. En la ida en el Ruta, 0-0; en la vuelta, el filial hispalense ganaba 1-0 hasta que apareció «la peor falta que tiró en su vida» Aiert Derteano. Así la define Villanueva antes de iniciar un diálogo salpicado de emociones con su compañero:
Aiert: «Buah, vaya momento ese, fue la hostia».
Villanueva: ¡Qué subidón!
Aiert: Eso fue… Ya está. Encima dónde, en el Sánchez Pizjuán. Recuerdo la retransmisión de aquel partido, que está por ahí danzando, y alguna vez ya la he vuelto a escuchar. La verdad es que fue la hostia.
Villanueva: Ese día nos pone en órbita. Luego el partido de Castellón aquí fue…
Aiert: Buah, se van vivos, no me toques los cojones.
Villanueva: Fallamos tres o cuatro clarísimas.
No hace falta preguntar por aquello. Las frases van saliendo solas. El Zamora CF eliminó al Sevilla B por el valor doble de los goles fuera en caso de empate, y se enfrentó al Castellón en una eliminatoria a ida y vuelta por el ascenso. En el encuentro de casa, la presencia de Viale – más defensivo – en el once en lugar de Rubén García aún genera polémica: «No había redes sociales, pero era algo que estaba en el ambiente. Pobre Viale también, no tiene la culpa, pero sí que es verdad que sale en el descanso Rubén y cambia la cosa», analiza Aiert.
Villanueva opina que Balta amarró «un poco» en el Ruta y «ya de cojones» en Castalia, tras el tanto de Curiel que le dio al Zamora CF una ventaja mínima de 2-1 antes del partido de vuelta: «Allí sí que tengo tres o cuatro faltas, aunque un poco lejanas. No pudimos», lamenta Aiert, que insiste en que la clave estuvo en Zamora: «Si nos vamos con un 3-1…», replica también el asturiano. No pudo ser. Los rojiblancos perdieron 1-0 en el duelo decisivo con un tanto de Manu Busto y perdieron el tren del ascenso: «Manu fue mi compañero en el Oviedo y lo hablamos: cómo nos jodió el día aquel».
El mejor compañero: «Qué mala pinta tenía Quero, pero qué manera de jugar»
Entre los jugadores que estuvieron cerca de desnivelar aquella batalla ante el Castellón a favor del Zamora estaba otro de los nombres que aparecen ligados a la historia de aquella etapa en el club y a la trayectoria de hombres como Aiert en la entidad: el de Juan Carlos Quero: «Qué pena que no haya venido», se lamenta el «9» de Amorebieta, que se anima con la guasa: «Ahora es míster y tienes que verlo en las ruedas de prensa. Le oyes hablar y dices: pero cállate, por favor, no me jodas».
Aiert Derteano se parte de risa al hablar de su compañero de delantera, pero también asegura que es «el mejor futbolista» con el que ha jugado en su vida: «El Quero de La Vaguada y Avelino… Nunca he jugado con dos como esos», afirma el vasco: «Con Quero no he visto una cosa igual en mi vida. Qué fácil lo hacía. Nos entendimos muy bien tanto fuera como dentro. Bueno, fuera… Que se me entienda eh. Quero, perdóname, pero que se entienda bien», se carcajea Aiert, que tampoco escatima en el elogio: «Me las daba a huevo, me las daba hechas».
Villanueva interviene: «Qué mala pinta tenía, pero qué manera de jugar». «Quero, tenías muy mala pinta, pero eras una máquina», remacha Aiert.
El final inesperado: «Aquello fue como el matadero»
Después de la eliminatoria contra el Castellón, y de la decepción que supuso quedarse a las puertas de Segunda A otra vez, pocos días más tarde llegó el palo de la no renovación de la práctica totalidad de la plantilla, incluidos los dos protagonistas de esta historia: «No pensaba que nos íbamos a ir tantos. Yo tenía esperanzas de seguir y de que siguiéramos la mayoría, pero se tomó la decisión de darle un cambio de rumbo a la cosa. Lo vivimos con mucha pena, lo pasamos mal, eh», reconoce Aiert.
A su lado, Villanueva cuenta su verdad: «Yo tuve opciones de irme antes. Precisamente al Vecindario, que es donde luego ascendí a Segunda A con un equipo mucho peor que el que teníamos aquí. Hablé con Balta, pero me dijo que no, que además iba a renovar él enseguida y que no. Me quedo con eso, pero luego está el parón ese que tuve por el pubis y ya esperando y esperando hasta que vi que no había nada», narra el asturiano.
El resultado de aquello fue una escena «como las del matadero», según la define Aiert. «Íbamos entrando uno a uno todos por la mañana, cada diez minutos. Estaba Gabino en la entrada y le íbamos haciendo el gesto con el pulgar hacia abajo. Fue una escabechina de la hostia», repasa el delantero, que se vio fuera con casi 33 años. Tampoco lo encajó bien Villanueva: «Para mí lo económico habría pasado a un segundo plano. Yo estaba encantado. Al lado de Asturias, la gente, el club, las instalaciones… Y estábamos hechos a la ciudad, teníamos vida por fuera del fútbol», apunta.
Pero la decisión estaba tomada. La historia de Aiert y de Villanueva en Zamora se finiquitó después de Castellón, aunque el hilo que les unió al club en aquellos años nunca se ha roto. El vasco, más apartado del fútbol, sigue yendo a saludar a los hoteles cuando los rojiblancos juegan por su tierra; Villanueva, pegado aún a la pelota tras retirarse a los 43 años, hace seis, sí sigue pendiente de lo que hace uno de los clubes que más marcó su trayectoria.
«Algo hicimos bien. También mal, pero algo bien», sostiene Aiert, que ahora ejerce como maestro de niños de Infantil en una Ikastola. Villanueva trabaja en la estructura del Caudal de Mieres, que navega en estos momentos por la Tercera asturiana. Antes de regresar a esos quehaceres, y después de hablar de todo lo que sucedió en esta ciudad hace veinte años, los dos exjugadores bajan al césped, entran al vestuario, abrazan a María y a Jose, dos de los empleados que quedan de su tiempo, y se atreven a tocar el balón.
Aiert, más inquieto, celebra algún gol sin portero y con el campo vacío. Al verle disparar, regresan los recuerdos. Su historia y la del asturiano ya forman parte del pasado, pero muchos de los aficionados las guardan en su disco duro personal con la pátina agradecida de la nostalgia. En Zamora, pocos nueves como Aiert y pocos sietes como Sergio Villanueva. Y eso no admite debate.