La responsable del Centro de Recogida de Animales de Zamora, Nieves Pérez, no muestra demasiadas dudas a la hora de dar su veredicto sobre la ley de bienestar aprobada en 2023: «Es un fiasco total», advierte la jefa del refugio, que hace balance de la normativa justo un año después de la fecha en la que comenzó a aplicarse el grueso de la legislación, y en paralelo al final de la moratoria que tenían las tiendas especializadas para vender perros, gatos y hurones. Desde hace unos días, ya no pueden hacerlo.
Pérez alude inicialmente a uno de los asuntos más polémicos de la ley: «No entraron los animales de trabajo ni los perros de caza», recuerda la responsable del centro, que estima que esa decisión implica dejar fuera «a los animales peor tratados». En el caso particular de los cánidos dedicados a esa actividad específica, conviene destacar que la normativa es más laxa en lo tocante a la identificación o la formación sobre tenencia responsable.
Ese asunto mantiene soliviantados a los colectivos animalistas y a las asociaciones que se dedican a dar cobijo particularmente a los perros y a los gatos. Según Pérez, con la normativa actual se siguen encontrando de manera sistemática animales abandonados en cajas a la entrada del centro de recogida: «Es una práctica que no va a terminar hasta que no se obligue a la identificación por ADN. Ya es viable actualmente, pero clamamos en el desierto», lamenta la jefa del refugio de Zamora.
Además, bajo el punto de vista de Nieves Pérez, lo que hace la normativa en vigor es «castigar al colectivo de cumplidores». Es decir, poner más trabas a las personas que siguen la ley al pie de la letra: «Exigen cosas que no se pueden pagar con el aire», subraya la responsable del colectivo, que menciona el incremento de las exigencias en cuanto a los cuidados veterinarios. «Esta es una norma fallida», insiste.
En cuanto a los controles más exigentes para frenar la venta de animales, que incluyen la prohibición de comerciar con perros, gatos y hurones en las tiendas, Nieves Pérez afirma que «lo que se está haciendo es buscar nuevos trucos para vender de manera extraoficial por las redes sociales. Se tienen camadas y se venden, pero más de tapadillo. Es evidente que no se vigila», remarca la jefa del centro de Zamora.
Pendientes de la mudanza
Más allá de la normativa, el colectivo sigue preocupado por la situación de las instalaciones en Zamora. No hay que olvidar que el Ayuntamiento anunció una inversión de 300.000 euros para acometer esos trabajos en 2021, pero que la obra sigue sin ejecutarse tres años y medio después, pendiente de un modificado: «Tendríamos que llevar mucho tiempo allí», admite Nieves Pérez, que apela a la necesidad de contar con «tranquilidad y seguridad» para trabajar.
Las nuevas dependencias no supondrán un gran cambio desde el punto de vista de la ubicación, pues estarán también en Los Llanos, pero sí facilitarán el trabajo del refugio. En estos momentos, existen problemas de distinta índole en las instalaciones que tienen que ver, entre otras cosas, con el espacio: «Queremos que no haya que depender de los particulares y de sus casas de acogida», sostiene Pérez, que incide en que «las carencias materiales se suplen con «un personal súper entregado».
Consultado por este medio, el concejal responsable del área de Obras, Pablo Novo, admite las demoras en la construcción de las nuevas instalaciones, pero aclara que los trabajos ya están nuevamente en el servicio de Contratación: «La idea es que puedan reanudarse a finales de este año o principios del que viene», anuncia el edil, que comenta que «la gran cantidad de proyectos que van al servicio» provoca retrasos, pero que afirma que, «con el tiempo, todo acaba saliendo».
Si los plazos que da Novo se cumplen, las obras tendrían que estar rematadas para la mudanza durante el primer semestre del año 2025, aunque el concejal deja claro el compromiso del Ayuntamiento con el bienestar animal. Por ejemplo, con la adaptación de ocho contenedores de vidrio antiguos que ahora funcionan como refugios para gatos.
Las colonias felinas
Precisamente, al hilo de estos animales, Pablo Novo recuerda que los ciudadanos han de tener «mucho cuidado» a la hora de darles de comer si carecen de la autorización de alimentadores: «Corremos el riesgo de que un exceso de comida les haga perder ese carácter depredador que permite controlar, por ejemplo, a los ratones», advierte el concejal de Obras.
Según los datos de los servicios municipales, en estos momentos, hay en torno a unas 70 colonias felinas en la ciudad con una población de entre 10 y 15 gatos cada una. Eso, sin contar «las que no están legalizadas».