Voy a proponer un juego.
Se llama “caras”.
Consiste en que junto con sus acompañantes deben ponerse en un lugar de alta concurrencia y cuando pase una persona decir de qué tiene cara. Si de militar, si cobrador de Hacienda, si de mecánico, de astronauta, o faraón incluso. Y el resto de jugadores con total honestidad deberán darle una puntuación si consideran que ha acertado y su cara se parece a la profesión.
Este juego es de los geniales Tip y Coll, que según la edad que tenga puede ser que le suene quiénes son, les hayan visto ya mayores en las incipientes televisiones privadas de los noventa. O sea tan indecentemente joven que le toque buscar por YouTube un sketch suyo y descubrir lo que es el humor inteligente con mayúsculas.
Bueno, creo que ha quedado claro. Básicamente consiste en asignar una profesión a una cara. Pero me surge una duda. ¿Que cara tiene un cooperativista?
Porque es muy curioso, pero si entra usted en una página web de una bodega de esas montadas a base de dinero obtenido de otros negocios – Cosa que debe existir y es no es malo para el sector, que quede claro – verán una fotografía del dueño de la bodega posando en una sala de barricas de roble francés, por supuesto, hechas por una tonelería exclusiva, obviamente, contándonos su linaje que seguramente se ha inventado y diga cosas como que él ha montado una bodega porque su familia se dedicaba a los viñedos generación tras generación, aunque sea porque su abuelo tenía una viña. Cosa que no tiene mucho mérito porque si eres español que tu abuelo tuviese aunque sea una albillera es lo más normal del mundo. Y dirán cosas como que en su proyecto del que está enamoradísimo aúna tradición y modernidad, frase que debiera estar prohibida por algún ministerio de este país
Pero en cambio, parece que las cooperativas quieren ocultar que lo son cuando realmente tendrían que estar muy orgullosos, pero mucho, de ser cooperativas. Ya que atesoraran los viñedos más viejos de la comarca, son capaces de fijar población de verdad y mantiene unos precios mínimos de uva para que el mercado no desplome, como hemos visto en alguna zona vinícola cercana. Realmente, desde un punto de vista económico, social y patrimonial son los guardianes del viñedo viejo y el patrimonio que supone.
Es lo mismo que pasa en la bodega cooperativa el Soto, que tienen las Malvasías más viejas seguramente de Castilla y León por no decir de España. Hasta hace poco estas cepas, muy muy viejas, sobrepasando los centenario iban a parar a su blanco joven “Proclama”, lo que para nosotros bebedores de vino era un chollo, porque bebíamos vino de viñedo prefiloxérico por cinco euros. Pero es que eso tampoco es.
Se han lanzado a elaborar “Tres nudos” y esos viñedos más viejos ahora pasan a fermentar a barriles nuevos de roble francés y permanecer en contacto con sus lías durante 12 meses. El resultado es un vino seco pero con un toque goloso en boca, que nos recuerda a una pastel de Belém con trocitos de reineta, pero con la acidez justa. El color sigue muy vivo, ya que le queda recorrido. La nariz me recuerda al mazapán, la mantequilla, el limón, azahar y un poco de plátano. Y como a este vino han querido ponerle caras, pero no entraban todas el etiqueta, aparece rodeado de viñedos el señor Florentino Mangas, socio fundador de la cooperativa y seguramente una de las personas que más han peleado por el progreso en nuestra provincia.
El nombre viene porque la bodega está muy cerquita del Convento de Nuestra Señora del Soto, hoy en estado de ruina. De hecho el primer proyecto de esta cooperativa fue utilizar parte de esos muros para su proyecto, pero no pudo ser.
Los frailes que vivieron dentro de estos muros y cuidaron los viñedos por largo tiempo llevaban siempre en su hábito pardo un cíngulo con tres nudos que representaban la castidad, pobreza y obediencia, máxima de la orden franciscana. Pues en este vino podemos encontrar también esos tres nudos que representan fruta, complejidad y capacidad de guarda.
Vino: Tres Nudos
Elaborador: Cooperativa el Soto
Zona: Tierra del Vino de Zamora
Variedad: Malvasía de viñas muy viejas
Crianza: 12 meses en barrica
Precio: 14 €