La incorporación de ocho nuevas variedades de uva a la Denominación de Origen Rueda ha causado un importante revuelo dentro de los consejos reguladores de la comunidad autónoma. El caso más sonado tiene que ver con la introducción en el pliego de la Godello y la protesta airada de la DO Bierzo, al entender que lo que hacía la DO vallisoletana era simplemente «una apropiación por interés comercial» de una variedad que estaba teniendo un éxito importante en la zona del norte de León.
Al hilo de este asunto, la DO Rueda emitió un comunicado en el que aclaró que no pretende «usurpar la identidad de las denominaciones de origen que tienen a la Godello como variedad autóctona» ni perjudicar tampoco a las que tienen otras variedades de las que han incorporado este año a su pliego. Se trata, en cambio, de atender «a las necesidades de un mercado con consumidores que demandan nuevos perfiles de vino» bajo la óptica de que «las variedades de uva no son exclusivas de una Denominación de Origen determinada».
En lo que concierne a Zamora, el caso aquí es que existe una variedad que la DO Rueda ha incorporado como tinta secundaria y que es una de las señas de identidad de la DO Arribes. Se trata de la Bruñal: «Para nosotros, la clave de la supervivencia son las variedades minoritarias; somos la zona de Castilla y León con mayor número», argumenta la vicepresidenta del Consejo Regulador con sedes en la provincia y en Salamanca, Liliana Fernández.
En ese sentido, «si otras denominaciones de origen con más capacidades económicas adquieren estas variedades como propias, lo que ocurre es que se limita la posibilidad de que haya trazabilidad para determinar de dónde son» esas uvas. «No estamos en contra de que la DO Rueda haga Bruñal, pero pedimos que lo haga como vino de mesa», defiende Fernández, desde un Consejo Regulador que, de momento, se está mostrando menos beligerante con el asunto que el del Bierzo.
Una vendimia marcada desde el 22 de abril
Ya en lo que tiene que ver con la vendimia de este año en la DO Arribes, su presidente, Thyge Jensen, explicó el jueves, en declaraciones a este medio, que lo que iba a ocurrir venía marcado desde el 22 de abril de este año: «Tuvimos una helada muy fuerte. Yo tengo algunas viñas que no tienen ni uva, y eso lo condicionó todo» recalcó el responsable del Consejo Regulador.
En esa línea, Liliana Fernández añadió que la cantidad va a ser menor que en otros años, «pero la calidad va a ser buena», según las previsiones de los productores en una vendimia ya «bastante avanzada», sobre todo en lo que concierne a los «nuevos proyectos que elaboran los vinos más modernos de la zona».
Para hacer el balance general, todavía conviene esperar a que las grandes bodegas finalicen y hagan sus análisis particulares, aunque la estimación es que podría haber un 30% menos de uva que en 2023.