«El burro odia a los cánidos. Si viene un lobo, el burro le ataca, le persigue y, si lo pilla, le hace daño». Estas palabras no salen de la boca de un cualquiera. Quien las pronuncia es el veterinario Jesús de Gabriel, uno de los grandes expertos en el asno zamorano-leonés. Desde hace años, y en base a un estudio llevado a cabo previamente, este responsable de Aszal, la asociación de criadores de la raza, viene advirtiendo de que un burro puede ejercer como «herramienta inicial» o como «medida discreta» para frenar los ataques del lobo en explotaciones de vacuno.
De Gabriel arranca su explicación con una frase que él mismo admite como polémica: «En algunos casos, los ganaderos tienden a quejarse más que a poner medidas cuando tienen ataques. Obviamente, se trata de un problema para ellos y sabemos que sufren cuando el lobo aparece. Pero tienen que cambiar su forma de trabajar. Su obligación es proteger a los animales. El lobo forma parte de la naturaleza, va a seguir estando y hay que actuar con ese punto de partida», considera el veterinario.
¿Pero por qué el asno? ¿Y cómo? «Lo utilizamos sobre todo con el vacuno. En el ovino y en el caprino ya tienen un sistema de protección muy sólido con los mastines y el burro les puede complicar la vida a los perros. Nosotros sabemos que, en explotaciones donde había hasta 500 partes de bajas por ataques de lobo en un periodo de diez años, dejó de haberlos con la presencia de un solo burro», afirma De Gabriel.
El experto indica que conviene tener claro que el asno en concreto «tiene fobia hacia los cánidos», lo que permitirá que, «si un lobo errante entra en busca de una carroña en su territorio, en su pradera o en su potrero, el burro normalmente atacará y lo pondrá en fuga». «Entonces, el lobo dirá: aquí no hay buen ambiente, me voy por otro camino. Hablamos de herramienta inicial porque, ante un ataque masivo con cinco animales, ya no será suficiente y el ganadero tendría que tomar otras medidas, como poner pastores eléctricos o encerrar a los animales vulnerables», sostiene el veterinario.
Jesús de Gabriel aclara que la idea de contar con un solo burro también tiene que ver con el hecho de que, «si hubiera más, harían rebaño aparte y no se quedarían con las vacas». «Nosotros utilizamos burros adultos castrados, que sabíamos que eran muy agresivos», subraya el responsable de Aszal, que estima que el asno «se considera vulnerable frente a los cánidos» y es por eso por lo que ataca cuando se ve en esa tesitura.
El veterinario indica que hay varios ganaderos que ya tienen en marcha este sistema de protección en la provincia: «Se me vienen a la cabeza profesionales de Cerecinos del Carrizal o de Venialbo», apunta De Gabriel, que admite que también hubo alguna experiencia negativa que se ha publicado, como algún burro que «era tan agresivo que, en algún momento, incluso atacó a algún ternero». «Nosotros planteamos que, en el momento del parto, no se debe tener a los burros con los terneros. Habría que esperar dos o tres días hasta que se seca el cordón umbilical y el animal ya empieza a moverse con soltura», argumenta el experto.
El veterinario admite que esa circunstancia «complicó un poco» la aceptación de la medida por parte de algunos ganaderos, que no quisieron entrar en esa dinámica: «Pero es que estamos ante un problema serio de convivencia entre la ganadería y el lobo. Desde luego, hay que minimizar los daños y pagarlos entre todos cuando se producen, pero el profesional tiene que cambiar la actitud y saber que ahora se enfrenta a un mundo distinto al de hace unos años», considera De Gabriel.
«Matar no es la solución»
Para el experto, «pedir que se mate al lobo no es la solución» y conviene ponerse manos a la obra con medidas rigurosas. También con cuidado a la hora de ejecutar la que él plantea: «No vale una burra vieja que no pueda correr», advierte el veterinario, que deja claro que «esto hay que currárselo» y que concede que le ha dolido un poco que mucha gente no haya querido seguir colaborando con la propuesta del burro: «Nosotros decimos que servirá para la protección y también para cambiar la mentalidad de los ganaderos, que es su obligación convivir con esto», añade Jesús de Gabriel.
«Claro que si te viene un ataque vas a sufrir. Que el lobo te mate el ganado es desgarrador. Pero también lo es que te roben en tu propiedad y no puedes coger un bazooka y matarlos a todos. La vida es esta», zanja De Gabriel, consciente de que no todo el mundo tiene la misma mirada que él hacia el problema.