Cada día, mientras realizamos nuestras actividades cotidianas, un grupo de personas vela por nosotros. Por la noche, cuando nos vamos a dormir, podemos hacerlo tranquilos porque sabemos que esos profesionales estarán listos para ponerse en acción ante cualquier circunstancia que pudiera surgir. Dentro de esos trabajadores están los técnicos en emergencia sanitaria, los médicos y los enfermeros de las unidades de cuidados intensivos, los miembros de las UMEs y los soportes del 112.
El pasado jueves, uno de esos ángeles de la guarda fue requerido por sus compañeros para una de esas salidas de urgencia. Él descansaba en su cuarto, y tocaba realizar un traslado urgente de UVI pediátrica en Zamora. Sin embargo, al entrar a la habitación, sus compañeros se encontraron con la peor y la más inesperada de las noticias.
Con 41 años, y tras más de veinte como trabajador en la UVI de Zamora, Flavio André Pereira Mendes, uno más de la provincia a pesar de su origen portugués, se fue. Lo hizo como llegó: con discreción y sin molestar.
La suya es la pérdida de un gran profesional, pero sobre todo de una gran persona. Por eso, en estos días, el grupo de los ángeles de la guarda que vela por nosotros en Zamora está de luto por la pérdida de un amigo. Aquellos que trabajan para que los días y las noches transcurran con la menor incidencia posible también sufren bajas.
Esta es la razón por la que, el viernes, algunos de vosotros veríais y escucharíais las sirenas de una caravana de ambulancias que rodeaba a un coche fúnebre. Dentro iba André, camino de Bragança, y sus compañeros, en el interior de los vehículos sanitarios, le estaban rindiendo un emotivo homenaje. Era lo que merecía un profesional volcado con Zamora. Seguro que más de uno por aquí le debe la vida.
En el grupo humano que forma la familia de las emergencias sanitarias, todavía lloramos a uno de los nuestros.