En el año 2000, Riego del Camino tenía 185 vecinos; ahora, solo quedan 98. Este pueblo, ubicado en el tránsito de la carretera nacional que comunica Zamora con Benavente, sigue la tendencia demográfica marcada para los demás. Es decir, unidireccional, hacia abajo y con una velocidad preocupante. Pero esto no va de penas, nada más lejos. En la calle España de este anejo de Manganeses de la Lampreana, Lourdes García y Blanca Calvo plantaron la esperanza en 2021 con la apertura de El árbol de la vida, un negocio cuya presencia en una ciudad se normalizaría al instante, pero que en lugares como este constituye una rareza.
Lo que Lourdes y Blanca montaron hace tres años es una clínica de psicología y fisioterapia en Riego del Camino. No es que habilitaran un par de habitaciones para desarrollar su profesión, no; la suya es una clínica en condiciones. Las dos tienen raíces en la localidad y en el entorno, en Manganeses y San Cebrián, y juntas o por separado, podrían haber mirado hacia Zamora o Benavente, pero apostaron por una zona rural en la que sabían manejarse. Y no se arrepienten.
Así lo cuenta Lourdes García, la psicóloga, en una calurosa tarde de agosto, mientras su socia Blanca, la fisioterapeuta, atiende a una paciente en las instalaciones que ambas comparten en Riego. «Queríamos hacer algo en un pueblo y vimos que este era un buen lugar, por el acceso y las facilidades que da la autovía, y también porque aquí hay muchas localidades pequeñitas y que están a poca distancia. Comenzamos con la idea de tratar el envejecimiento y las patologías en las que nosotras nos habíamos especializado en este tiempo», analiza la profesional.
Con esa idea se plantó el árbol, y sus dueñas no dan la sensación de querer echarse atrás ahora: «La experiencia ha sido muy positiva. Tenemos que decir que ha sido un servicio muy bien acogido por la población de la zona e, incluso en los veranos, la gente que viene de fuera aprovecha y pide una cita durante sus vacaciones», señala Lourdes, que aclara que las dos reciben a los pacientes en la propia clínica, pero también se desplazan a los hogares de la gente del entorno que sufre problemas de movilidad o requiere de atención domiciliaria por otras causas.
Juntas o por separado
La fisioterapeuta y la psicóloga han creado este servicio por su cuenta en un lugar que carecía de él y después de trabajar previamente en Zamora capital: «Poco a poco, surgió esa idea de querer montar nuestro negocio, aunque a veces siempre tienes ese miedo a emprender y tratas de ir a lo seguro. Lo que pasa es que, cuando estás trabajando por cuenta ajena, tampoco tienes toda la libertad que te permites ahora. Es arriesgado, pero das el servicio que tú quieres», analiza Lourdes García, que apunta que, en El árbol de la vida, su socia y ella actúan en conjunto o individualmente, en función del caso.
«Trabajamos de forma independiente en general, pero hay patologías que son muy integrales y las tratamos juntas. También damos charlas las dos o hacemos talleres de psicoeducación en los que intentamos que se vea esa parte multidisciplinar de la mente y el cuerpo», aclara Lourdes, que sí percibe que el perfil de los clientes que Blanca y ella reciben se suelen diferenciar. En su caso, hay más personas procedentes de la ciudad y, por una cuestión lógica, más alternativas para la atención online.
En lo que se refiere al tratamiento psicológico presencial en este entorno rural, Lourdes García subraya que muchas personas mayores llegan «animadas por familiares, a veces para tratar ese duelo o la pérdida». Menos, según la profesional, para abordar lo que define como «esa soledad sentida», la llamada soledad no deseada: «A veces, se lleva en silencio y, en ese sufrimiento, no se busca ayuda fuera para poder recibir recursos que ayuden a superarlo», concede la responsable de El árbol de la vida.
En todo caso, sean pacientes de la clínica o no, el pueblo recibió en 2021 a estas mujeres con los brazos abiertos: «Desde el principio nos lo facilitaron todo. Hemos contado en todo momento con la ayuda del Ayuntamiento de Manganeses, porque Riego es un anejo», recuerda la psicóloga, que apunta que también ha habido apoyo desde la Diputación y la Junta a la hora de emprender y dar forma a este negocio común cuyo nombre parte del «anclaje», de ese arraigo que ambas han conservado con esta tierra.
Frutos por recoger
En esa línea, Lourdes García apunta: «Pensábamos que, de alguna manera, se nos estaba permitiendo dar el fruto en el lugar de donde venimos». Y todavía quedan muchas alegrías por recoger. O esa es la idea. «Nos gustaría que este fuese nuestro futuro a largo plazo. Incluso, ampliar a otros servicios sería genial, incorporar ciertos avances. Soñamos con eso», recalca la psicóloga, que incide en que su modelo de negocio también «encaja» con toda esa apuesta por la economía del envejecimiento y la atención cercana en los pueblos.
Ya antes de la despedida, y con Blanca aún en la faena, Lourdes García responde a una pregunta que su experiencia desde 2021 le permite analizar con una cierta autoridad: ¿Recomiendas emprender con un negocio de este tipo en un pueblo? «Yo diría que a tope», afirma la psicóloga, que considera que este tipo de aventuras son «una ilusión, una motivación» y una forma de abrirse paso «pico y pala». «Y aquí, cuando ves el feedback de la gente, todo es: qué bien, qué suerte que os tenemos al lado. Además, en invierno, el hecho de ver coches aparcados ya da esa vidilla», destaca la responsable de El árbol de la vida.
En el cierre, una recomendación más: «Si la gente quiere emprender, que haga números, pero que no se deje asustar».