Han pasado más de 65 años de aquella fría noche de invierno. Muchos de los supervivientes se han ido ya, otros son muy mayores; los que eran niños se han jubilado y Ribadelago y la comarca de Sanabria se han transformado en algo diferente a lo que fueron. Quizá, el día de hoy llegue tarde para muchos, pero finalmente, a las doce y media de la mañana de un día de agosto de 2024, se inaugurará el Museo de la Memoria dedicado a las víctimas de la catástrofe del 9 de enero de 1959.
En el pueblo nuevo levantado como un apaño tras la tragedia, los supervivientes y los familiares encontrarán un espacio de homenaje para las 144 personas que murieron aquella noche tras la rotura de la presa de Vega de Tera. La localidad vieja de Ribadelago quedó arrasada entonces por un torrente de agua que se llevó por delante lo que encontró a su paso. Después, apenas se depuraron responsabilidades y la catástrofe quedó arrinconada para la memoria colectiva por la dictadura de la época.
Durante muchos años, ni siquiera la propia provincia de Zamora miró de frente a aquel suceso, probablemente el más grave de su historia reciente. Una parte de la memoria despertó ya entrado el siglo XXI, con los homenajes previstos por el 50 aniversario de la catástrofe. Fue entonces cuando se empezó a dibujar la posibilidad de crear el museo que se abrirá finalmente más de quince años después.
Los primeros pasos
No en vano, en el año 2008, ya se hablaba de este espacio de recuerdo como un proyecto inminente, que tendría que haber llegado poco después de la inauguración del monolito en el pueblo viejo y de la puesta en marcha de la exposición que se abrió en el Museo Etnográfico y que acercó a los vecinos de Zamora capital a la historia de pavor, duelo y abandono que padecieron aquellos vecinos de Sanabria a finales de los años 50.
¿Y qué ocurrió con la promesa del museo? Primero las excusas y después el olvido. Los problemas entre el Estado y la Diputación marcaron los primeros años, con disputas sobre la financiación, la titularidad del inmueble donde inicialmente se iba a crear este espacio de recuerdo y otro tipo de polémicas. El estallido de la crisis no ayudó y el proyecto se quedó parado prácticamente diez años.
Fue finalmente a comienzos del pasado mandato municipal cuando el entonces alcalde, José Manuel Prieto, anunció la llegada de unas subvenciones procedentes de la Junta para levantar de nuevo el proyecto y despertó esta posibilidad. La Diputación Provincial, también en la etapa anterior, con Francisco José Requejo al frente, selló el compromiso con la financiación necesaria para acometer las obras y, finalmente, tras algún retraso más respecto a los plazos previstos, sus sucesores han conseguido llevar esta historia a buen puerto.
La posición de una de las supervivientes
Ya en enero, cuando la obra estaba encarrilada y todo apuntaba a una apertura durante este 2024, una de las supervivientes de la tragedia, y escritora de varios libros vinculados a los hechos acaecidos aquel 9 de enero de hace 65 años, María Jesús Otero, afirmó que recibía la noticia «con cierto desafecto». «Todo el mundo lo habría querido antes, pero han esperado a que se muera mucha gente que lo vivió», lamentó la autora.
«Nuestros padres y la mayor parte de la gente que vivió la tragedia no tuvieron ningún gesto de reconocimiento, de recuerdo ni de respeto. Muchos muertos no fueron enterrados y habría sido muy bueno que las personas hubiesen tenido este lugar como punto de unión para llorar allí, llevar fotografías o flores. Cada año se nos decía que ya empezaba, se había preparado varias veces el sitio y luego llegaba un momento en el que eso esto era como la fábula de Pedro y el Lobo», insistió Otero.
Para muchos de sus paisanos, este 14 de agosto de 2024 será tarde, pero al menos se cumplirá con lo prometido. Ribadelago tendrá desde este miércoles un Museo de la Memoria para recordar a las víctimas de la catástrofe y del olvido.