El Museo de la Memoria de Ribadelago se inaugurará el miércoles a las 12.30 del mediodía. Cinco meses después de la recepción de las obras, el Ayuntamiento de Galende cumple con su plan de abrir las instalaciones en la primera mitad de agosto. La parte baja estaba montada hace días, con el material de la asociación Hijos de Ribadelago, y en las últimas jornadas se ha acabado de perfilar la parte de arriba.
Parte del patrimonio exhibido sirvió para el montaje de la exposición que se pudo ver hace quince años en el Museo Etnográfico por el quincuagésimo aniversario de la catástrofe, y permitirá ahora habilitar definitivamente este espacio para el recuerdo de la tragedia que asoló la localidad de Ribadelago el 9 de enero de 1959, con la rotura de la presa que descargó un torrente mortal de agua sobre el pueblo y que se llevó por delante 144 vidas.
La exposición consta de unos cuadros, unas fotos y otra serie de recursos que estaban guardados en un almacén: «Lo hemos sacado todo y estamos haciendo algo digno, que va a quedar bien. Espero que la gente, sobre todo los supervivientes de la catástrofe, vean y sientan que tienen allí aquello por lo que tanto lucharon», subrayó el mandatario municipal, José Manuel Chimeno, en declaraciones a este periódico al hablar de un Museo de la Memoria que se situará en las dependencias del antiguo ayuntamiento de Ribadelago Nuevo.
Las instalaciones
Según trasladó en su momento la empresa responsable de los trabajos en el museo, Meraki CR SL, la parte de abajo de las dependencias se ha configurado como «una amplia sala de exposiciones formada por una serie de sencillos paneles que puedan soportar los elementos, objetos, fotografías y dibujos que estructuren y ordenen la narración». En esta zona existirán también despachos y aseos.
La exposición continuará en la planta segunda, en la que además hay una pequeña sala de proyecciones, un almacén y el despacho para la persona que se responsabilizará de la dirección y de la vigilancia del centro. De igual modo, se han renovado completamente todas las instalaciones, cubierta y carpinterías, y la intervención también ha consistido en la restauración de las fachadas, las barandillas y el suelo de terrazo existentes.
El centro dispondrá de una zona dedicada al archivo en la que se guardarán libros y revistas que hablen del Lago y su entorno, de la tragedia y sus efectos, del carácter de sus gentes, de sus costumbres o de la naturaleza, así como copias de las grabaciones de las canciones populares, «tan importantes en la transmisión de las tradiciones», que sonarán ambientando los recorridos por las distintas salas.
Los soportes expositivos se plantean de modo que sea posible la organización de pequeñas exposiciones temporales, que se conviertan en acciones culturales dinamizadoras del museo, como pretendía el alcalde. El edificio, que tiene una superficie de 531 metros cuadrados, contará además, como marca la normativa, con un ascensor, en este caso en la parte posterior de la escalera curva. El arquitecto ha sido Francisco Somoza y el arquitecto técnico, Alfredo Pérez.