Si uno empieza por el final, el último mensaje del Pleno ordinario de agosto en la Diputación de Zamora fue un deseo de su presidente, Javier Faúndez, al resto de la corporación: «Que vengamos todos frescos el 1 de septiembre». El mensaje llegó tras 82 minutos entre disputas, broncas incluso, y no demasiadas conclusiones. La sesión se tensó por momentos, pero se resolvió con los dos puntos clave del orden del día impulsados hacia delante. Ambos relacionados con modificaciones presupuestarias.
La primera tenía vinculación con una subvención destinada a Azeco para el comercio rural y principalmente con la compra de un nuevo bibliobús por 360.000 euros, una inversión ya anunciada por Faúndez. Izquierda Unida aprovechó para criticar la primera parte y cuestionar la elección de la asociación de comerciantes como destinataria del dinero, aunque también celebró la apuesta por la cultura sobre ruedas que representa el bibliobús.
En realidad, esa primera parte se resolvió sin discusiones demasiado intensas. La cosa se torció después, con la incorporación de 2,36 millones de euros para obras en 66 ayuntamientos a través de subvenciones nominativas y con otra pequeña aportación extra para el consorcio de idiomas.
En el primer caso, la portavoz de IU, Laura Rivera, criticó el reparto de «dinero a dedo» y «la insumisión a la ley» del equipo de Gobierno, con un argumento que respaldó Sandra Veleda, del PSOE, en un tono menos agresivo. Para ambas, existen otras maneras de sacar este tipo de ayudas, pero la representante de Izquierda Unida fue algo más allá con las palabras.
Ante esa tesitura, Faúndez tomó la iniciativa para asegurar que su equipo gestiona la institución con el objetivo «de resolver». «Son cosas que no se pueden financiar con las líneas de la Diputación y no voy a agachar la cabeza. Estamos resolviendo problemas. Dígale todo lo que ha comentado al alcalde de Torres del Carrizal, el único de su partido aparte de la capital, que necesita reparar un local multiusos. Él viene a mí porque usted no resuelve nada», se despachó el presidente provincial.
Más allá de ese caso concreto, Faúndez afirmó que el dinero va, entre otras cosas, para «reformas de ayuntamientos que se caen, comedores sociales, campos de fútbol, velatorios o locales de usos múltiples: «Nuestra forma de actuar es resolver problemas, la suya poner trabas», le insistió el presidente a Rivera, a quien acusó de practicar «el arte del enredo».
Bronca entre IU y Vox
«Yo tengo el pelo enredado, pero las ideas muy claras», le replicó Rivera, que poco después saltaría al hilo de otra intervención contra ella: la del portavoz de Vox. La portavoz de IU le afeó a David García Montes que sus palabras se centrasen básicamente en criticar a IU, cuando el equipo de Gobierno es otro, pero ya terminó por estallar y hablar fuera de turno cuando se sintió insultada por el también alcalde de Roales. «Si ha sido así, yo se lo reprocho», templó Faúndez para que la bronca no pasara a más.
Antes de todo eso, también se había debatido el asunto del consorcio de idiomas, entre los ataques de Rivera al PP por mantener a un gerente «a dedo» y las réplicas populares por la «poca» aportación que realiza el Ayuntamiento de Zamora al servicio.
Para finalizar, solo quedaba otra moción. Nuevamente, de Izquierda Unida y referida a la petición de la puesta en marcha de una línea de ayudas para financiar el arreglo de las playas en los pueblos: «Cada vez que se intenta legalizar algo, viene una negativa por parte de la Confederación Hidrográfica del Duero«, respondió Faúndez tras votar en contra. Y añadió: «Si consigue los permisos, pondremos el dinero, pero tampoco se mate».
Ese fue el cierre, antes de la despedida ya contada. Solo una cosa más, un deseo expresado por Faúndez, pero compartido por todos: «Que no haya sustos con los incendios en los pueblos».