El Museo de la Memoria de Ribadelago está a punto de convertirse en una realidad visitable. Casi cinco meses después de la recepción de las obras, el Ayuntamiento de Galende, del que depende de la localidad, trabaja con la idea de «abrir ahora, a primeros de agosto». Así lo confirmó hace unos días el alcalde, José Manuel Chimeno, que aseguró que «la parte baja ya está montada con todo el material que tiene la asociación Hijos de Ribadelago, que se hallaba en lo que era la Casa del Parque».
El patrimonio de ese colectivo, que ya sirvió para el montaje de la exposición que se pudo ver hace quince años en el Museo Etnográfico por el quincuagésimo aniversario de la catástrofe, permitirá habilitar definitivamente este espacio para el recuerdo de la tragedia que asoló la localidad de Ribadelago el 9 de enero de 1959, con la rotura de la presa que descargó un torrente mortal de agua sobre el pueblo y que se llevó por delante 144 vidas.
Chimeno indicó que el material consta de unos cuadros, unas fotos y otra serie de recursos que estaban guardados en un almacén: «Lo hemos sacado todo y estamos haciendo algo digno, que va a quedar bien. Espero que la gente, sobre todo los supervivientes de la catástrofe, vean y sientan que tienen allí aquello por lo que tanto lucharon», subrayó el mandatario municipal al hablar de un Museo de la Memoria que se situará en las dependencias del antiguo ayuntamiento de Ribadelago Nuevo.
Los supervivientes
Conviene destacar que, a pesar de que el próximo enero se cumplirán ya 66 años de la tragedia, aún sigue habiendo un grupo ciertamente nutrido de supervivientes. Entre ellos, María Jesús Otero, que en el pasado mes de enero, con las noticias sobre el fin inminente de las obras en el museo, admitió que este recurso llegaba tarde para mucha gente: «Todo el mundo lo habría querido antes», lamentó la autora de varios libros sobre el caso.
«Nuestros padres y la mayor parte de la gente que vivió la tragedia no tuvieron ningún gesto de reconocimiento, de recuerdo ni de respeto. Muchos muertos no fueron enterrados y habría sido muy bueno que las personas hubiesen tenido este lugar como punto de unión para llorar allí, llevar fotografías o flores. Cada año se nos decía que ya empezaba, se había preparado varias veces el sitio y luego llegaba un momento en el que eso esto era como la fábula de Pedro y el Lobo», insistió en su momento Otero.
Las instalaciones
Según trasladó en su momento la empresa responsable de los trabajos en el museo, Meraki CR SL, la parte de abajo de las dependencias se ha configurado como «una amplia sala de exposiciones formada por una serie de sencillos paneles que puedan soportar los elementos, objetos, fotografías y dibujos que estructuren y ordenen la narración». En esta zona existirán también despachos y aseos.
La exposición continuará en la planta segunda, en la que además hay una pequeña sala de proyecciones, un almacén y el despacho para la persona que se responsabilizará de la dirección y de la vigilancia del centro. De igual modo, se han renovado completamente todas las instalaciones, cubierta y carpinterías, y la intervención también ha consistido en la restauración de las fachadas, las barandillas y el suelo de terrazo existentes.
El centro dispondrá de una zona dedicada al archivo en la que se guardarán libros y revistas que hablen del Lago y su entorno, de la tragedia y sus efectos, del carácter de sus gentes, de sus costumbres o de la naturaleza, así como copias de las grabaciones de las canciones populares, «tan importantes en la transmisión de las tradiciones», que sonarán ambientando los recorridos por las distintas salas.
Los soportes expositivos se plantean de modo que sea posible la organización de pequeñas exposiciones temporales, que se conviertan en acciones culturales dinamizadoras del museo, como pretendía el alcalde. El edificio, que tiene una superficie de 531 metros cuadrados, contará además, como marca la normativa, con un ascensor, en este caso en la parte posterior de la escalera curva. El arquitecto ha sido Francisco Somoza y el arquitecto técnico, Alfredo Pérez.