En torno a las seis de la tarde del pasado 24 de junio, los responsables de la explotación Lorenzo Fonseca de Argujillo estaban ordeñando como cada día en la parte baja de sus instalaciones. Fue al ir arriba en busca de otro lote de ovejas cuando uno de los hermanos se percató de que una parte de la nave se había prendido: «Vio la llama», aclara Vicente Lorenzo, un responsable ya jubilado de este negocio que sufrió un palo aquel día por culpa de un fuego cuyo origen aún les resulta desconocido.
«No sabemos si ha sido algo que ha venido del camino o directamente porque ardió el forraje», admite Vicente, mientras observa algunos de los daños que, dos semanas después, aún son visibles en la nave afectada. Un leve olor a quemado da cuenta también de lo que sucedió en un lugar donde el balance principal habla de 450 metros de nave dañados, 170.000 kilos de forraje perdidos, otros 60.000 de paja arruinados y 5.000 o 6.000 de pienso que pasaron a mejor vida: «Yo qué sé, historias», lamenta el ganadero.
El hermano y el hijo de Vicente son ahora los responsables de una explotación cuyos miembros aún no han echado las cuentas de lo que les costará toda la reparación de la nave y de lo que ha supuesto la pérdida del forraje, la paja o el pienso. «A lo mejor, unos 35.000 euros, no lo sé», admite el vecino de Argujillo, que reconoce que carecían de seguro, por lo que no verán un euro por ahí.
«Lo del seguro lo estuvimos mirando», explica Vicente, que subraya que las cláusulas que planteaba la compañía no le convencían y que recuerda que este tipo de negocios «muchas veces ya van cargados de gastos». Aún así, el antiguo socio de esta explotación confía en que estas «pérdidas importantes» no afecten a la viabilidad del proyecto: «Lo que sí está claro es que te tienes que desprender de un dinero que tenías para otras cosas», resume.
Además, los daños contabilizados de primeras no fueron los únicos que se produjeron a causa del fuego. A los ya citados hay que unir la afectación a parte de la maquinaria, particularmente al tractor, y sobre todo, «la pérdida de producción de las ovejas». En este momento, la empresa Lorenzo Fonseca cuenta con 1.300 ejemplares de ovino aproximadamente, 900 en ordeño: «Se estresan y dan menos leche», aclara Vicente.
Pudo ser peor
Con todo, y a pesar de las pérdidas añadidas que implica una bajada de producción temporal como esta, Vicente reconoce que lo de las ovejas podría haber sido mucho peor: «Anduvimos listos y vino mucha gente a colaborar con los tractores. Si no hacemos eso, o si el incendio es a otra hora, se asfixian las 900 ovejas que hay en esta nave», opina el vecino de Argujillo, bastante consciente de que, si el fuego se produjo entre el forraje de forma espontánea, pueden darse por contentos de haberlo visto cuando aún era más o menos manejable.
No en vano, la nave se ubica al pie de un camino, pero relativamente cerca de las viviendas: «Por la intervención que hubo no fue para el pueblo», insiste Vicente, que apunta que todo va volviendo a una cierta normalidad después del disgusto. Incluso las ovejas «ya se han estabilizado». Solo queda afrontar los daños y mirar para lo que viene: «Creo yo que podamos con esto», concluye el ganadero.