Mano a la altura de la cara, peso de la cabeza apoyado en el brazo, mirada perdida. En el arte, es la pose «oficial» de la melancolía. El primero en retratarla fue el alemán Alberto Durero en una de las más conocidas estampas del artista del Renacimiento alemán, llamada precisamente «La Melancolía». En ella aparece una mujer alada, acompañada de un amorcillo sentado sobre la rueda de un molino que escribe algo en una tablilla con un cincel, mientras ella juega con un compás en sus rodillas.
La referencia a Durero la pone sobre la mesa Celia Guilarte, jefa de Relaciones Institucionales del Museo del Prado, cuando el sábado por la mañana observa «La Cita», el cuadro Francisco de Goya que podrá visitarse en el Museo Etnográfico de Castilla y León desde mañana y hasta el próximo 30 de junio. El museo regional con sede en Zamora es uno de los elegidos para formar parte del proyecto «El arte que conecta», que comanda el Museo del Prado en colaboración con Telefónica para celebrar el primer centenario de vida de la compañía de telecomunicaciones.
Un proyecto, asegura Guilarte, que entronca con la intención del Prado de «estar presente en todos los rincones de España» y de hacer gala de su nombre de «Museo Nacional», sacando de Madrid parte de su colección permanente. Gracias a esta iniciativa han salido de Madrid 18 obras maestras que tienen como objetivo último acercar el museo a las provincias y reforzar, de paso, la presencia de los propios museos que las acogen en sus propios territorios. «Hemos buscado capitales de provincia que no sean las ciudades más importantes de su comunidad autónoma, que estén un poco alejadas de Madrid, y en este sentido Zamora era perfecta», apunta la representante del Prado.
«El Museo quiere ejercer de manera activa su presencia en las provincias y compartir su colección con personas que no puedan acceder fácilmente a las salas de Madrid. Hacer patente la condición nacional del museo, en suma. Queremos estar presentes en todas las ciudades y esto entronca con esa filosofía», explica Guilarte.
«Es un regalazo», apunta por su parte Pepe Calvo, director del Museo Etnográfico, «uno de los momentos más bonitos que yo he vivido desde que dirijo el museo», apostilla. «Un cuadro que se pintó para la Corte de Carlos IV en un museo en Zamora, dime si no es precioso». Goya elaboró su obra para la decoración del antedormitorio de los entonces Príncipes de Asturias Carlos IV y María Luisa de Parma en el Palacio del Pardo.
Y, lo que es más relevante para el panorama cultural de Zamora, Calvo avanza una futura colaboración creciente entre el Prado y el Etnográfico que podría cristalizar, «va en buen camino», con un buen número de obras de la colección del museo nacional en Zamora.
De hecho, el director del Etnográfico tiene en mente un proyecto sobre la influencia de los paisajes en la forja del carácter de las poblaciones al que el Prado está dispuesto a ceder varias obras. «Hemos iniciado una colaboración entre museos y estamos encantados. Nos han sugerido la posibilidad de traer aquí varias obras y nosotros estamos encantados por el aumento de calidad, valor y discurso museístico que conseguiríamos».
Lo que sí está ya decidido es la cesión del grupo escultórico de gran formato «Amor y trabajo», de José Montserrat Portela, al propio Etnográfico, un depósito que el Prado justifica en la temática de la obra y en su adecuación al discurso etnográfico de la institución.
El museo, presente en Zamora
«El arte que conecta» no es la primera iniciativa que el Museo del Prado lleva a cabo en Zamora. El más reciente es «El Prado en las calles», una exposición didáctica integrada por reproducciones a tamaño real de algunas de las pinturas más emblemáticas del museo. La muestra, que se recuerda en la ciudad por su repercusión, estuvo instalada en plena calle, en la plaza de la Constitución, favoreciendo su visita y recorrido. Fue un éxito importante.
Pero la presencia del Prado en Zamora es continua. El museo nacional tiene depositados un total de 36 pinturas y dos esculturas. En su mayoría, aseguran desde el Museo del Prado a este periódico, se trata de un depósito histórico cuyo origen está en el desaparecido Museo de Arte Moderno y en el propio Museo del Prado. La última obra depositada fue una escultura del zamorano Eduardo Barrón que representa a Nerón y Séneca y que se expone en el Museo de Zamora.
Del museo nacional es también «Normandía», de Jaime Morera, una de las obras que fue objeto de un acto vandálico en la Diputación de Zamora. «El Prado hizo una visita técnica para valorar los daños causados y ha dado traslado a la Diputación de los requerimientos para su restauración sin que la institución haya contestado ni haya abordado la intervención de la obra», lamentan desde El Prado.
La temática de las obras depositadas en Zamora es diversa (pintura religiosa, bodegones, paisajes), como lo es su cronología y su contexto. La obra más antigua depositada en Zamora y que se propiedad del Prado es una tabla flamenca del siglo XVI y la más reciente es «Falenas», de Carlos Verger, imagen promocional de la exposición «Invitadas» celebrada en el Museo Nacional del Prado entre los años 2020 y 2021.
Se trata de obras que serán familiares para algunos zamoranos y no tanto para otros, pero hay una que seguro que todos conocen. La estatua de Viriato instalada en la plaza del mismo nombre es propiedad del Museo del Prado y está cedida al Ayuntamiento de Zamora. Así que sí, el Prado está en Zamora. Y, en el mes de junio, mucho más.