Cuando llego a Villafáfila con el coche, atravieso ese palomar que día a día se va desmoronando un poco más. Sabéis cuál os digo, es icónico. Hoy no vengo a hablaros de grandes arquitecturas como monasterios o castillos. Hoy alzo la voz por el patrimonio más frágil de la provincia de Zamora, los tesoros arquitectónicos que, convertidos ya en etnografía, reflejan siglos de historia y cultura. Desde las delicadas construcciones en barro hasta las sólidas estructuras en piedra, cada elemento arquitectónico cuenta una historia única que debemos valorar y proteger.
Las construcciones en adobe y tapial son una parte importante de la arquitectura tradicional de la provincia. Estas piezas se consiguen utilizando materiales locales como barro y paja y son un ejemplo vivo de las antiguas técnicas constructivas que se han transmitido a lo largo del tiempo. Sin embargo, son materiales especialmente vulnerables al paso del tiempo y a las inclemencias climáticas, por lo que muchas de estas construcciones han sufrido daños o incluso han desaparecido en las últimas décadas.
Los palomares de Tierra de Campos son un ejemplo de ello. Estas construcciones se erigen por todo el paisaje como testigos de la economía de la zona. La cría de palomas era fuente de alimento de mis abuelos y mis abuelas (y de todos mis ascendientes, que para eso tengo ocho apellidos terracampinos). En la provincia de Zamora aún se conservan cientos de estos palomares, aunque muchos de ellos se encuentran en estado de abandono.
Las construcciones en piedra seca, como los muros y los refugios de pastores y pastoras, son otro componente importantísimo del paisaje arquitectónico de Saanbria, Aliste y Sayago. Estas construcciones, levantadas sin el uso de argamasa, se integran armoniosamente en el entorno natural y son de nuevo un testimonio del ingenio de nuestros antepasados para adaptarse al entorno. Sin embargo, el abandono de la actividad agrícola y ganadera en algunas zonas ha llevado al deterioro y al colapso de muchas de estas estructuras, poniendo en riesgo un patrimonio riquísimo.
Las amenazas
A pesar de su valor histórico y cultural, el patrimonio arquitectónico y etnográfico de Zamora peligra. El abandono y la escasez de mantenimiento, la urbanización descontrolada de nuestros pueblos y la falta de conciencia sobre la importancia de preservar estas construcciones son algunas de las amenazas más duras de este frágil patrimonio.
Es importante tomar medidas concretas para protegerlo y conservarlo: revisar las normas urbanísticas que afectan a nuestros pueblos, promover un turismo cultural responsable, sensibilizar y educar sobre la importancia de preservar este legado histórico son algunas de las acciones que podemos hacer para garantizar que todos estos grandes tesoros arquitectónicos y etnográficos sobrevivan.
¿Quién se viene a hacer adobes este verano?