– Estamos aquí, en la Plaza Mayor del pueblo de Pajares de la Lampreana…
Cuando alguien ve a un cura grabar con el móvil y comentar al mismo tiempo las imágenes de una tradición popular, sabe que está ante una cita de cierto empaque. Y sí, al menos para las gentes de la zona, la romería del 8 de mayo en Pajares tiene una serie de particularidades que la convierten en un evento ineludible, con una liturgia muy particular y con dos localidades – casi tres – implicadas para darle valor año tras año, siempre en esta misma fecha, «caiga como caiga».
Pero antes de que el cura sacara el smartphone y de que se produjera la unión de todos los participantes en la mencionada Plaza Mayor, los vecinos de Villarrín de Campos, los grandes protagonistas de este día, ya habían madrugado para cumplir con lo marcado en esta fecha del calendario. A las nueve, oración y, durante las tres horas siguientes, peregrinaje. Es lo que marca el cumplimiento con el voto a la Virgen del Templo, la imagen a la que honran también por turnos los habitantes de Arquillinos, Villalba, Manganeses, y que se encuentra en Pajares, claro.
«Desde que alcanza la memoria, los vecinos de Villarrín acuden a Pajares en romería en honor a la Virgen del Templo. Venimos andando con el Cristo, los que podemos, y los que no se desplazan en coches», explica la alcaldesa de la localidad visitante, Ainhoa Aranguren, que también va en su papel de penitente. No en vano, los hermanos y hermanas de la cofradía de la Vera Cruz realizan la liturgia, ya una vez alcanzada la localidad vecina, con los ropajes propios de la hermandad y descalzos.
Pero antes de eso toca prepararse, disfrutar un poco de la música tradicional y de la pasta y el refresco; también apreciar la decoración de la furgoneta que ha traído a la Virgen de Villarrín hasta Pajares. El ornamento ha corrido a cargo esta vez del club de jubilados de la localidad, cuyos componentes han pasado una semana atareados por la causa con el fin de dar lustre a la figura en un 8 de mayo particularmente complicado: este año cae en miércoles, quizá el peor día posible para los de fuera. Y se nota en la afluencia.
Aún así, la voluntad hace mucho. Y también influye el hecho de que las águedas hayan querido vestirse esta vez para darle aún más colorido a la romería. Así que así, con penitentes, mujeres con trajes tradicionales, música y civiles, los vecinos de Villarrín marchan al encuentro de sus paisanos de Pajares en la Plaza Mayor, donde esperan el cura con el móvil, los fruteros ambulantes que han dejado solo el camión para ver el espectáculo y los bastones y los pendones, parte clave de la ceremonia.
Una vez en ese primer destino, la alcaldesa de Pajares, María del Carmen Rodríguez, y una concejala de Villarrín, Rocío Alonso, en sustitución de la penitente Aranguren, se intercambian los mandos de los pueblos mientras dos vecinos proceden al saludo con los pendones previo a la procesión de los habitantes de las dos localidades hasta la ermita para la misa y la comida posterior en la pradera.
De regreso, después de la Salve, los vecinos de Villarrín pararán también en Villalba para unir lazos con otro de los pueblos ligados a la Virgen del Templo. Luego, será el momento de alcanzar el destino tras un día particularmente emotivo para los penitentes. Lo que la lluvia no permitió en marzo sí lo ha consentido el sol de mayo.