En muchos de los partidos disputados por el CB Zamora en su travesía por la Liga EBA, Jesús Vicente «Súper» podía escuchar, desde la pista o desde el banquillo, los chillidos de las zapatillas al entrar en contacto con el suelo, los pájaros cantarines en los sábados de primavera o las instrucciones del entrenador contrario a sus rivales. En recintos semivacíos, se oye casi todo y el frío se transmite. Este sábado, algunos años después y más que retirado de las canchas, si tipos como él, que lo han sido todo en el club, miraban a su alrededor solo veían hinchas entregados que les rajaban los tímpanos. El proyecto ha arrastrado a la ciudad.
Pero Súper no ha visto todo esto como quien mira una escena desde arriba. Uno de los hombres que agitó la bandera blanquiazul desde la pista cuando todo parecía a la deriva es ahora «un hooligan al 200%». Sin dejar de tocar el bombo, sin perder nunca la fe, Jesús Vicente fue una de las almas que lo puso todo de su parte para celebrar el ascenso del CB Zamora ante el Odilo Cartagena. No pudo ser. La renta a favor era de nueve y el visitante ganó por 16. Esta debía ser una crónica eufórica desde la mirada de un histórico de la entidad; podría haberse convertido más tarde en un reportaje lacrimógeno, pero es la historia de un hombre fiel a una identidad pase lo que pase.
Visto lo visto este sábado, cuesta pensar en positivo desde la óptica del CB Zamora, pero Súper era optimista por la mañana y lo es también ahora, con el camino largo por delante. Horas antes del partido, su convicción era la siguiente: «No hay una plantilla como la nuestra. Si, por ejemplo, Kevin falla tenemos a Peris o viceversa», señalaba Jesús Vicente, que hacía un apunte premonitorio: «Lo que nos haría daño es que no estuviera Paukste». Los problemas de faltas del pívot y su posterior eliminación terminaron por ser decisivos.
Pero antes de todo eso, con Súper entregado al bombo después de una comida con amigos «para calentar motores», el partido había empezado bien para el CB Zamora. En el empujón inicial del primer cuarto, los hombres de Saulo Hernández se plantaron con un 15-8 en el marcador que colocaba en +16 la renta global de la eliminatoria. La sensación de dominio era evidente y el Ángel Nieto, con gente hasta de pie para vivir el momento, no perdía la ocasión de apretar mientras olía la sangre.
Pero todo cambió a partir de ahí. El Odilo Cartagena reaccionó tras un tiempo muerto, redujo la distancia del partido a uno al cierre del primer cuarto y empezó a arrinconar a los locales golpe a golpe. Los blanquiazules se soltaron las amarras un par de veces, pero el visitante fue un martillo pilón de aciertos hasta equilibrar la eliminatoria al descanso (34-43).
Esperanza al descanso
Desde la tribuna, Súper conservaba el ánimo a pesar de todo: «Estamos igualados, no hay que preocuparse», señalaba el exjugador, con la confianza de que «el comodín» de tener otra posibilidad después de esta eliminatoria influyera en los jugadores: «Cuando se asienten un poquito, esto cambia». Y cambió.
A la vuelta del vestuario, el Odilo Cartagena estiró su renta hasta los 14 en el encuentro y puso el +5 en la eliminatoria, pero Buckingham, Round y Powell movilizaron a la caballería para devolver la euforia (46-48) a una grada que, a pesar de la agonía que fue todo el segundo tiempo, jamás se bajó del barco, con gente como Súper inasequible al desaliento y resistente a los altibajos emocionales.
El resto del partido, casi hasta los cinco minutos finales, fue una sucesión de ventajas más o menos cortas para el Odilo Cartagena con idas y venidas en el global de la eliminatoria. Tan pronto el CB Zamora se ponía con un +5 en el total como el visitante asomaba la cabeza por arriba. Todo, hasta que el cuadro murciano pegó el acelerón fatal. Un tramo casi sin borrón en el lanzamiento acogotó de forma decisiva a los de Saulo Hernández, que sufrieron sin Paukste y que patalearon con orgullo hasta que Kody acertó con la puntilla.
Al final, euforia en la esquina del Odilo y ovación triste en la mayoría zamorana del Ángel Nieto: «Sigo insistiendo que tenemos la mejor plantilla de la liga. Cartagena ha jugado sus bazas y le ha salido bien. Esperemos que los jugadores sepan recuperarse de esto», analizó Súper, que dejó claro que «no hay que reprochar nada» a nadie, y menos a una grada con «tanto empuje».
La fe intacta
«La explosión de la masa social viene dada por que el club tiene un montón de niños que se va incrementando año a año», recalcó Súper, que llegó al pabellón sin nervios y que se marchó con el lamento en la garganta, pero con la fe intacta: «He sido socio desde siempre y espero vincularme al club aún más cuando mis hijos sean un poco más mayores», insistió Súper, uno de los que va a estar más allá de la categoría. Eso sí, la LEB Oro aún sigue al alcance de la mano y, junto a los de toda la vida, la ciudad entera ha demostrado que quiere atracar en ese puerto.