A principios de los años 90, la multinacional en la que trabajaba José Antonio Requejo quebró, y las más de cien sucursales que aquella marca tenía repartidas por España cayeron con ella. Ese golpe fue el germen de un proyecto familiar que arrancó en 1993 en la calle Regimiento de Toledo de Zamora y que hoy factura siete millones de euros al año tras convertirse en un negocio con varias delegaciones y 21 empleados.
José Antonio Requejo aprovechó el final de la que era su empresa para montar, junto a su hijo Francisco José, el proyecto de Armeza, una empresa dedicada a la distribución de material eléctrico a compañías e instaladores. En apenas dos años, el negocio ya contaba con locales abiertos en Zamora capital y en Benavente. Más tarde llegó Salamanca.
Para entonces, aún en los 90, la empresa ya se había trasladado al Polígono de La Hiniesta: «Fuimos de las primeras naves allí», recuerda ahora Requejo hijo, que destaca el crecimiento progresivo de la empresa hasta convertirse en una marca que opera no solo en los mercados locales y regionales, sino también a nivel nacional e incluso internacional: «Hemos hecho trabajos en Sudamérica y también en la zona de Marruecos”, resalta Francisco José.
Todo ello se ha ido desarrollando sin que la empresa abandonara Zamora como eje central de sus acciones: «En otro sitio, quizás nos iría un poco mejor, pero somos de aquí», aclara Requejo, que desde la jubilación de su padre es una de las personas que se encarga de guiar el futuro de Armeza.
Material a profesionales
La empresa vende el material eléctrico a profesionales del sector y ha ido evolucionando con el paso del tiempo: «Ahora se vende muchísimo LED«, señala Francisco José Requejo, que apunta que Armeza también se ha especializado en temas de climatización o de energía solar: «Esto ha ido cambiando con el tiempo y hay que adaptarse», sostiene el empresario.
En esa línea, Armeza, como todas las empresas que han vivido esta transición, también ha digitalizado sus procesos para sobrevivir al presente: «Cuando empezamos, hacíamos los albaranes a mano, pero ahora tenemos 27.000 referencias en stock y contamos con un sistema ágil, claro», indica Requejo, que aclara que cada delegación tiene un gerente que «se encarga del día a día».
Quizá, en no mucho tiempo, Armeza tenga que contratar a alguna persona de confianza más para otros lugares, aunque Requejo matiza que todo dependerá de «la evolución del mercado». Mientras ese momento llega, la empresa continúa con los procesos modernizados, pero con la esencia que Francisco José aprendió de su padre «y también de los clientes y de los proveedores».
«Ahora, la gente que va entrando en la empresa está cualificada y tiene mucha experiencia en el sector. Contamos con perfiles técnicos, de almacén o administrativos. Todo está organizado en las diferentes áreas», zanja el responsable de Armeza.