Uno se sienta delante de José Tomás Santiago y tiene la sensación de estar enfrente de una buena persona. El que fuera abad de las Siete Palabras es, prácticamente desde que la cofradía puso en marcha la obra social, la persona que ha puesto rostro a la labor en beneficio de los más necesitados. Virginia Rodríguez, viceabadesa de la hermandad, y José Tomás son ahora las dos personas sobre las que pivota la vertiente solidaria de las Siete Palabras, una parte sin la que «no seríamos cofradía».
No hace falta profundizar mucho para percibir que la obra social es el verdadero orgullo de José Tomás, «primero hermano de fila, luego cargador, jefe de paso, abad» y ahora, de nuevo, «hermano de paso» aunque implicado en el día a día de la cofradía. Y es que, en las Siete Palabras, la obra social es parte fundamental del papel que la cofradía quiere cumplir en la sociedad. «Es tan importante como la procesión, es lo más importante que hacemos. Es fundamental. Somos una asociación de fieles cristianos. ¿Qué es más importante que tratar al prójimo como a ti mismo?».
La función social de las Siete Palabras se asienta en tres patas, dos que tienen que ver con la economía y una donde, lo que más importa, es el tiempo. Y es precisamente en esta última en la que José Tomás Santiago centra buena parte de su discurso y es la que verdaderamente le llena. La cofradía, recuerda Tomás, se asienta en uno de los barrios más envejecidos y más pobres de la ciudad, en La Horta, y es ahí donde quiere desarrollar su función. «No pedimos, ni mucho menos, que sean hermanos de la cofradía. Eso es secundario. Antes que eso, todos somos personas».
«No solo de pan vive el hombre. Destinar tiempo a los más necesitados es también muy importante»
José Tomás, encargado de la Obra Social de la Hermanad de las Siete Palabras
José Tomás habla de la obra social con una pasión complicadísima de trasladar en palabras. «Los mayores, la gente que no puede salir de casa, los que necesitan a alguien que les eche una mano… Yo digo que no somos nosotros los que les ayudamos. Ellos nos ayudan a nosotros porque cuando dejas su casa tienes una sensación imposible de explicar. Muy buena». Y es que hay gente para la que, en el tedio de un día a día que pasa con más pena que gloria, con soledad, la visita de uno de los dos voluntarios se convierte en esencial.
Las Siete Palabras no mira si alguien forma parte de la hermandad, ni pregunta el credo. De hecho, una de las familias que más ha necesitado la ayuda de la obra social es musulmana. «No tenemos el mismo Dios, no vivimos la fe igual, ¿y qué más da?», se pregunta Tomás. «Un día llegué a su casa, y se les había roto la mesa. Tenían una caja de estas rojas, de Coca Cola, con un tablero por encima y un trapo tapándola. Fui a comprarles una. El agradecimiento que te muestran esas personas en ese momento lo compensa todo», recuerda.
La parte económica
Y aunque «no solo de pan vive el hombre», la parte económica se lleva también parte importante de la obra social. Las Siete Palabras es posiblemente la hermandad que más recursos destina a su función solidaria, con cerca del cuarenta por ciento del dinero que maneja. El dinero se entrega, directamente, a la parroquia. Y es la parroquia la que se encarga de identificar a las personas del barrio que necesitan un respiro, les paga la compra o «les entrega el dinero» para que lo hagan ellos mismos. «¿Por qué vamos a pensar en engaños si no nos dan motivos para ello? ¿Por qué voy a pensar que la gente es mala de antemano? El que lo necesita, lo pide, y se le ayuda».
Y queda una tercera parte, más simbólica, que es una aportación económica para los gastos de la propia parroquia. «Las tres partes son necesarias, y debemos mantenerlas», concluye José Tomás para recalcar después, de nuevo, la función social «que deben cumplir todas las hermandades. Debemos ser conscientes de que somos una asociación cristiana, que nos debemos a los más necesitados. Si esto desaparece, la cofradía no tiene sentido. Claro que la procesión del Martes Santo es importante. Mucho. Pero eso es un día. La cofradía debe vivir durante todo el año».