En 1984 Apple lanzó al mercado su primer Macintosh. En ese mismo año se estrenó la primera película de la saga Terminator. Madonna estrena «Like a virgin», la tensión entre Argentina e Inglaterra por las Malvinas alcanza su punto álgido y Paquirri muere tras sufrir la cogida de un toro en Pozoblanco. Pero a generaciones enteras de zamoranos los eventos que les han marcado no han sido estos, y sí unas personas que empezaron su andadura profesional precisamente en ese año. Ahora, en 2024, se jubilan. Son Dita de la Iglesia y Fernando Martos, los dos cuentacuentos de un bibliobús escolar que ahora se queda huérfano.
De la Iglesia y Martos recibieron el cariño de los suyos en un emotivo homenaje que se ha celebrado en el Museo Etnográfico. Alumnos, profesores y amigos participaron en un acto con el que la pareja, que ha llevado la cultura hasta a todos los rincones de la provincia, empieza a poner el punto y final a su carrera profesional. Momento, por tanto, para hacer balance de una trayectoria profesional dilatada y con más alegrías que penas. «Me quedo con los chavales, con los niños y niñas que hemos tenido a lo largo de estos años, con la relación afectiva y con la sensación de haber sido útil a la sociedad, ayudando a que los niños conozcan cosas nuevas, otras perspectivas de la vida», relata Dita.
«La palabra apacigua, da seguridad, desde la nana de la madre a las palabras de un ser querido»
Fernando Martos
Aunque para ambos el mejor homenaje se encuentra en el día a día. Fernando Martos relata como «una madre de Fuentesaúco se enteró por su hijo que nos jubilábamos y nos dijo que le hacía mucha ilusión que le hubiéramos enseñado a su hijo, porque también lo hicimos con ella. Es algo que compartían».
Fernando Martos y Dita de la Iglesia son ejemplo de la importancia de la palabra hablada en la preservación de la tradición, en la labor de inculcar el amor por la literatura y por la cultura, en la difusión de las historias y los propios sentimientos. Palabra hablada que ambos defienden sin cortapisas. «La palabra hablada nos hace crecer, nos hace ordenar el pensamiento y es la forma de expresarlo y ayudar a que se haga efectivo. Si no exteriorizas lo que piensas cuesta más analizarlo», apunta Dita de la Iglesia.
«El cerebro del ser humano», añade Martos, «es narrativo. La voz es la transmisión desde el origen. Al principio, antes que la escritura, fue la voz la que transmitía las historias, conocimiento, emociones. En este mundo, en el que parece que la tecnología hace que la voz ya no importa, la voz se impone y los niños quieren que les cuentes cosas. Nosotros tenemos una web con recursos, pero todos nos dicen que les gusta más cuando se lo contamos nosotros. La palabra apacigua, da seguridad. Desde las nanas de la madre a las palabras de los seres cercanos, todos tenemos la experiencia de las palabras que nos consuelan. La voz humana da seguridad», razona el zamorano con enorme convencimiento.
¿Otro servicio que se pierde?
¿Y ahora, qué? Los niños de los pueblos a los que el bibliobús escolar acercaba la cultura de la mano de Dita de la Iglesia, Fernando Martos y José Crespo empiezan a verle las orejas al lobo. El bus pierde dos de sus tres patas. Y al profesional que queda en activo, que hace las veces de conductor y bibliotecario, no le quedan muchos años para buscar el retiro. «Nos dicen que no va a haber nadie que les cuente cosas», lamenta Martos.
Y es que la sombra de otro servicio perdido se levanta con amenazante autoridad. Basta recordar lo que sucede con los bibliobuses para la población en general, que han pasado de cuatro vehículos en activo a uno. En este caso, el que nos ocupa es el único bibliobús escolar que queda en activo y uno de los pocos que sobreviven en España.
«La cultura y la educación nunca han sido prioridades políticas»
Dita de la Iglesia
«Las instituciones, como responsables de estos servicios, nunca han sido sensibles a la envergadura de lo que se está tratando aquí. Los libros, los cuentos, el diálogo no han sido nunca preocupaciones principales», apostilla Fernando Martos. Dita de la Iglesia coincide: «La cultura, y la educación, no son prioridades políticas». De momento, no hay relevo. «Para eso primero hay que buscarlo», apunta Martos. «En otras provincias, por ejemplo en Burgos, se han renovado dos bibliobuses. En Zamora parece que cuesta más, que hay que encontrar el momento exacto. Cuando lo pusimos coincidimos un presidente de la Diputación muy favorable, Luis Cid, una directora de la Biblioteca que estaba por la labor, Dita y yo. Y salió. Ahora…», lamenta el profesor.
Pero, aunque el servicio siga, «que ojalá», con la retirada de los dos impulsores de este servicio se pierde, indudablemente, parte de su alma. «Siempre que se retira un artesano, se lleva algo con él», reflexiona Martos. Lo importante es que no se lo lleve todo, aunque eso ya dependa de otras esferas.