Miles de personas se dan cita durante todo el fin de semana en San Vitero atraídas por la 24 edición de la Exposición Monográfica de la Raza Zamorano-leonesa, que congrega además en la localidad a decenas de burros y buches que atraen la mirada tanto de expertos como de curiosos. La feria, convertida ya desde hace años en una actividad para todos los públicos, mantiene todavía a día de hoy la esencia de sus inicios con la subasta como eje central del fin de semana.
Subasta en la que, pese a todo, seis de los ocho ejemplares han vuelto a casa con sus propietarios. El precio más alto se ha pagado por Lola, una burra de una ganadería de Santa Cristina de la Polvorosa por la que un ganadero ha entregado 1.500 euros. Doscientos más que los pagados por Linda, hija de la burra ganadora del concurso y que ha sido vendida por 1.300 euros.
El resto, cuatro hembras y dos machos, no han encontrado comprador en un sistema de subasta inversa mediante el cual las hembras salían a un precio de 2.100 euros para ir bajando, mientras que los machos partieron desde 1.000 y 700 euros. Y un sistema que, dicen los entendidos, propicia que después de la subasta oficial se lleve a cabo la oficiosa, en la que los ganaderos, que ya saben por cuánto está cada dueño dispuesto a vender su animal, puedan hacer ofertas para comprarlo. Al final, aseguran los presentes, casi todos los animales que se ponen a la venta cambian de manos hoy.
La subasta sí que es todavía exclusivamente para profesionales, pero se sigue con interés por parte del gran público. Precedida está por una “pasarela” en la que los animales se convierten en los verdaderos protagonistas y en la que José Emilio Yanes y Jesús de Gabriel, maestros de ceremonia, aprovechan para hacer un repaso por la historia de la raza zamorano-leonesa óptimo para que los no iniciados conozcan las líneas generales del animal.
Los usos para la especie
De Gabriel, secretario técnico de Aszal, pone el foco en el proyecto de ordeño de leche de burra que llevan a cabo ya varias explotaciones de la provincia de Zamora y alguna de Valladolid. Leche que después se usa bien para cosméticos (la mayoría) bien para derivados aptos para el consumo humano. Cada burra, han detallado desde Aszal, puede ordeñarse solamente en el periodo en el que está amamantando a la cría y no por más de dos veces al día, lo que da una producción por ejemplar de aproximadamente dos litros diarios.
Poco, en definitiva, lo que hace preciso otros usos para la especie. Así, Aszal pone en valor que el burro zamorano pueda usarse para la gestión del terreno, a través de los pastos, y el uso de la especie como protección del ganado frente al lobo, otra utilización en la que la raza zamorano-leonesa tiene utilidad para los ganaderos. Con todo, se hacen necesarias ayudas para que los ganaderos puedan mantener la especie, que se encuentra en peligro de extinción con poco más de 1.500 ejemplares repartidos en el noroeste de España, fundamentalmente en Zamora. El trabajo de los últimos treinta años ha conseguido, eso sí, que la cifra de animales haya aumentado considerablemente.