«Lo que se está haciendo es una trasteminancia. Es decir, mover a los animales en un ámbito local, con un desplazamiento corto, a poca distancia de donde está el núcleo de población. Empezamos hace seis años, pero lo hemos intensificado todo en los últimos dos». Los animales a los que se refiere Jesús de Gabriel, secretario técnico de la Asociación Nacional de Criadores de la Raza Asnal Zamorano-Leonesa, son los burros oriundos de la provincia y el destino al que alude, los pastos: las zonas de monte, pradera o cualquier otro espacio que nadie aprovecha salvo ellos.
De un tiempo a esta parte, los criadores se desplazan a estos lugares con los asnos con el fin de hallar alimento para el animal al tiempo que gestionan territorio y favorecen el llamado paisaje mosaico. «Son recursos pastorales que antes utilizaban los pastores de ovino. Mantenemos un espacio que está en desuso y damos de comer a los burros», explica De Gabriel, que este viernes participó en una jornada técnica para abordar esta práctica en el arranque de la Feria de San Vitero.
El secretario técnico de Aszal subraya que el lugar elegido puede ser un prado, un encinar, un espacio lleno de matorral o incluso un terreno de labor «para aprovechar las rastrojeras». «Es una forma de utilizar los recursos y de generar paisaje. Gestionamos al tiempo que mantenemos a los animales a coste de pastoreo», insiste Jesús de Gabriel.
Estos movimientos permiten que los animales «estén en un grado de bienestar idóneo», desde la óptica de que se trata de seres «hervíboros que quieren pastar». Los criadores se desplazan con «lotes» de un macho con varias hembras o incluso de varios machos, si la época lo permite, y lo hacen con un sistema algo distinto al pastoreo de toda la vida, sobre todo porque se mueven por mucho más espacio.
«Utilizamos 250 hectáreas para 40 animales», explica De Gabriel, que señala que los burros realizan «periodos muy breves de ocupación y fases de reposo muy largas». «Nos vamos cuando los animales empiezan a hacer daño», aclara el experto, que destaca que los asnos pueden comer incluso hojas y cortezas de los árboles cuando el pasto escasea.
Trabajo y colaboración
Lo que sí deja claro De Gabriel es que este proceso exige desplazarse con los animales, «aunque sea por turnos», y también la colaboración con los ayuntamientos y con el servicio de Medio Ambiente: «Trabajamos en terreno municipal o de profesionales con los que actuamos de mutuo acuerdo. Somos una herramienta más en la gestión del territorio», asegura el secretario técnico de Aszal.
De Gabriel matiza que los desplazamientos pueden ser «como mucho de 20 kilómetros», aunque deja claro que en muchos puntos de la provincia «hay un montón de terreno que no está gestionado, espacio de monte y praderas que ya no tienen pastores».
«Estamos hablando de animales muy adaptados al medio y que no son de altísima producción», insiste el experto, que reconoce que, con otro tipo de ganaderías, estos movimientos resultarían inviables: «Nosotros lo vamos a seguir haciendo y aumentando la actividad por el entorno en el que estamos, porque además el precio de los alimentos te invita a ello», recalca el responsable de Aszal.
Junto a los zamoranos, varios criadores portugueses también se han puesto manos a la obra de una forma similar en la zona de Bragança y de Miranda do Douro, desde la óptica de que encuentran un beneficio propio y otro para la comunidad.