Antonio Zamarreño empezó su vida como quiosquero el 1 de marzo de 1994. Por tanto, ya ha cumplido tres décadas embarcado en su negocio y en una aventura profesional que, más que zozobrar, ha naufragado en los últimos años. El empuje de las nuevas tecnologías, los cambios de hábitos o las modas; en fin, los tiempos que corren, han desplazado al sector a un rincón del que le va a resultar difícil salir: «Con el tiempo, va a desaparecer. Ya está desapareciendo», constata Antonio.
El negocio de este zamorano se ubica en la avenida de Requejo, justo delante del Venecia, frente a la gasolinera. Durante diez años, el suyo fue un quiosco de aquellos antiguos, «con aluminio, cristales y demás», pero desde 2004 pasó a instalarse en uno de los llamados «modelo Zamora», colocados por el Ayuntamiento y construidos con forma trapezoidal y una pequeña cúpula para que se asemejaran a la estructura del casco histórico y estuviesen coronados al estilo de la Catedral.
Aquellas estructuras de ocho metros cuadrados se repartieron entre los quiosqueros a través de un modelo de concesión con un canon anual por la explotación. Siete años después, seis se habían desocupado. Otros cuatro han ido cerrando desde entonces. El Ayuntamiento ha tratado de adjudicarlos nuevamente, pero se ha topado con «una manifiesta falta de demanda» ligada a la realidad del negocio, que marca un evidente descenso en las ventas. Ahora, solo quedan activos el de las Tres Cruces, al lado de las galerías, y el de Antonio.
El relato de este quiosquero zamorano mezcla la nostalgia con el realismo y con un optimismo muy personal: «Es un negocio ruinoso, pero yo soy feliz», aclara el profesional, que admite que, en las circunstancias actuales, su actividad «no da para vivir». «El periódico en papel lo lee la gente mayor, que se te va muriendo y te quedas sin clientela. Los quioscos del Ayuntamiento no se solicitan porque no compensan. Yo no me pondría si tuviera 20 años», reflexiona Antonio.
El comerciante enumera lo que tiene que pagar como trabajador por cuenta propia y señala que ya no da con la prensa y las gominolas: «Antes, en Zamora, había más de 100 quioscos entre estos y los de las tiendas; ahora, son poco más de 20», asevera Antonio, que subraya que «la sociedad ha avanzado» y que estos son otros tiempos: «Aquí, como el tren: si no te apartas, te arrolla», afirma el quiosquero.
La Interviú o la Superpop
En su memoria, aún emergen los recuerdos de un tiempo en el que la Interviú, Tiempo o Época se vendían como churros en su negocio; también la Superpop, cuyas imágenes forraban las carpetas de los y las adolescentes que acudían a los institutos cercanos: «Ahora, eso ya no se lleva. Me da pena, porque esto me gusta y lo disfruto, pero no se puede luchar contra la modernidad. Lo que eran para nosotros los quioscos, y ahora aquí los muchachos ni pisan», apostilla este zamorano, ya con los 60 cumplidos.
A pesar de ser consciente de todo esto, Antonio sigue al frente de su «modelo Zamora». En estas semanas, se acaba la última prórroga de la concesión que pidió en su día para quedarse con el quiosco, pero piensa renovarla y continuar hasta el retiro: «Abro todos los días menos los tres al año que no hay periódico. Ahora solo por las mañanas, pero he estado más de veinte años yendo también por las tardes. Nunca he tenido problema para trabajar», recalca.
Antonio continuará aunque tenga «la vida resuelta». O quizá por eso: «Si tuviera que mantener a una familia, tendría que cerrar, pero ahora con que no tenga pérdidas me vale», indica este quiosquero, que mira con curiosidad lo que el Ayuntamiento pretende hacer con las instalaciones municipales que llevan años abandonadas.
La petición de Ahora Decide y la respuesta municipal
La semana pasada, el partido político Ahora Decide demandó movimiento por parte de los responsables municipales para actuar y cumplir con el plan iniciado en 2022. Fue entonces cuando «se desafectaron del servicio público estos quioscos, a la vista de que no realizaban la función que tenían asignada». Desde ese momento, pasaron a ser «bienes patrimoniales del Ayuntamiento» y se han venido utilizando como «elementos de soporte de información municipal», según explica el anterior concejal del área, Pablo Novo.
Su sustituta en esa responsabilidad desde mediados de 2023, Sara de la Higuera, confirma que hay muchas asociaciones que están demandando su puesta en funcionamiento y que una de las alternativas más viables sería su utilización por parte de los colectivos de un modo similar al de las casetas de la plaza de Castilla y León, al pie de la Delegación de Hacienda. Es decir, para ventas de entradas, acciones solidarias y otro tipo de cuestiones propias de la naturaleza de cada grupo.
De la Higuera admite que le «encantaría» que todas estas instalaciones «volvieran a ser quioscos», pero se muestra realista ante las escasas opciones de que eso suceda. Además, aclara que tampoco podrán destinarse a la hostelería, ya que no reúnen las condiciones mínimas exigibles, y recalca que ni siquiera podrá tener ese uso el «modelo Zamora» que ha quedado «atrapado» en la zona donde se está instalando la carpa para el mercado provisional. Algunas personas ya habían explorado esa posibilidad.
Por el momento, y a la espera de noticias sobre lo que determine el equipo de Gobierno municipal, la mayor parte de los quioscos continuarán vacíos mientras Antonio acude cada mañana con su actitud romántica y el empeño de siempre para despachar el periódico y las gominolas a los mayores y los niños que le sigan visitando.