La escuela infantil «Imagina», ubicada en la calle San Benito de Zamora se ve abocada al cierre, después de 45 años de actividad, por culpa de un informe negativo de la Consejería de Educación de la Junta sobre sus instalaciones. El Boletín Oficial de Castilla y León (Bocyl) ha publicado este martes una resolución firmada por el director general de Centros e Infraestructuras que aduce un «incumplimiento de los requisitos mínimos» en las dependencias para «impartir enseñanzas de primer ciclo de educación infantil».
En la práctica, esto se traduce en que la escuela infantil podría permanecer abierta para ejercer su actividad privada, pero siempre fuera del listado de los centros que mantienen el concierto con la Junta y que, por tanto, pueden ofrecer la gratuidad en la enseñanza de 0 a 3 años. Es decir, que la Consejería no financiará esta actividad para «Imagina», pero sí para la competencia, lo que convierte en una quimera el hecho de pensar en la viabilidad del negocio: «Nadie va a pagar por algo que en otros sitios es gratis», resumen las dueñas, María Arribas y Lara Calleja.
Estas dos mujeres, que se quedaron con el negocio hace unos veinte años, se debaten ahora entre el cabreo y la estupefacción al comprobar cómo el proceso iniciado «hace más de dos años» ha culminado con la exclusión de su centro del listado de la Junta y ha situado a la escuela infantil ante un abismo difícil de sobrepasar: «Al principio, cuando vinieron a ver las instalaciones, hicieron un informe favorable, aunque nos advirtieron de que había cosas que no se podían subsanar y que no cumplían para un centro nuevo», explican.
Las dos dueñas entendieron entonces que sus dependencias sí resultaban aptas para los llamados centros incompletos. De hecho, en el tiempo que lleva en marcha la gratuidad para las aulas de 2-3 y de 1-2 años, «Imagina» sí ha estado dentro de las escuelas infantiles integradas en el sistema de la Junta: «Luego empezaron a pedir planos y a decirnos que había cosas que no cumplíamos arquitectónicamente», recuerdan Arribas y Calleja.
En ese punto, comenzó un proceso que ha culminado con una comunicación recibida el viernes a última hora y con la publicación del citado acuerdo en el Bocyl: «Nos parece muy sucio lo que han hecho, porque lo sabían y han esperado a que faltara una semana para que se abriera el plazo de las matrículas para el año que viene. Ahora, nos dejan fuera y sin margen de maniobra para poder luchar», señalan estas dos autónomas, que tratarán de dar la batalla conscientes de la desventaja con la que parten.
«Cuando queramos darnos cuenta, los niños ya estarán en otros centros», recalcan las responsables de «Imagina», una escuela infantil que «cumple perfectamente con la parte educativa y humana» y que se tambalea ahora ante la decisión de «una señora que no ha venido ni a ver las instalaciones». «Se van a cargar cinco puestos de trabajo en Zamora: los dos nuestros y los de las tres personas que trabajan aquí», aseveran Arribas y Calleja, que destacan que las dependencias son «de las más grandes» de la ciudad y también de las más conocidas. El proyecto estaba muy asentado.
El problema de la hipoteca
Además de la cuestión temporal y del apremio de los plazos, la alternativa de cambiar de local, que sería la más socorrida a estas alturas, tiene otro problema, y es que las dos dueñas adquirieron el inmueble en propiedad en el año 2008, «cuando más caro era todo», y siguen pagando «una cuota altísima de hipoteca». «Nos iremos a nuestra casa y seguiremos abonándola», lamentan.
Con cada argumento que aportan, las dos responsables de «Imagina» se sienten más reforzadas en sus razones y más frustradas por la decisión ajena: «Vamos a hacer un recurso de alzada, pero es muy difícil. Yo he llegado a pensar que querían cerrar una escuela infantil y que aquí han visto la posibilidad», explica una de estas mujeres, en la conversación telefónica conjunta en la que han explicado la realidad que afronta su negocio. En él, además de su labor principal, organizan talleres, cuentacuentos o conferencias.
«La gente en Zamora nos conoce. Hemos pasado una pandemia y una crisis muy gorda, y ahora que el negocio funcionaba bien, nos largan», insisten Arribas y Calleja, que llevan trabajando toda la vida en esto y que se ven con 45 años en una posición de debilidad: «En esta ciudad están todos los locales cerrados y nosotras, que solo queremos trabajar, nos vemos así», concluyen.