Envueltos por el sonido de las gaitas o de las panderetas, por los rincones del pueblo o alrededor de una pequeña hoguera, los personajes del «Entruexo» de Galende salieron por fin a las calles el Martes de Carnaval tras casi 60 años de un paréntesis que, por un tiempo, pareció un punto y final. Solo el empuje de la asociación San Mamés y la inquietud de Cryosanabria por rebuscar en el fondo de la memoria aquellas tradiciones que aún se pueden rescatar permitieron que la localidad regresara a su pasado para convertirlo en parte del presente.
Bajo esa premisa, volvieron a estar representados los personajes de toda la vida: la vieja, la bruja, el diablo y la mujer borracha, y también «animales mitológicos» como el lobo; domésticos como los burros; o libres, como el pájaro, según relató el responsable de Cryosanabria, Daniel Boyano, tras este festejo que concluyó, como estaba previsto, con una merienda de hermandad y de conjura para que esta tradición ya no se escape.
Entrevistas, fotografías, textos o pinturas
En líneas generales, Boyano y el resto de miembros de Criosanabria entienden que devolver a los pueblos este tipo de rituales da un valor a los territorios: «Tenemos el apoyo de las asociaciones locales y nos basamos en estudios antropológicos realizados por voluntarios para obtener información», explica el responsable del colectivo, que apunta que esta tarea se viene realizando desde los años 90 y que choca a veces con el hecho de que los propios vecinos mayores «no le dan importancia a sus tradiciones».
Junto a esas conversaciones, existe el apoyo de fotografías, de textos de prensa o de pinturas como las de Jesús Gallego Marquina: «Hay que recordar que no nos disfrazamos, nos revestimos y con nuestros trajes damos vida a personajes mitológicos que han estado presentes en la imaginación de cientos de generaciones anteriores a la nuestra», remarca Boyano, que pronto publicará un libro titulado «Al otro lado de la máscara. Un recorrido por las mascaradas ibéricas desde su interior».
«Podemos afirmar que los materiales con los que se han realizado trajes y máscaras han ido cambiando hasta la actualidad al pasar por la madera, telas, pieles de animales o metales, pero también es posible asegurar que siempre se reutilizaron materiales cercanos que eran frecuentes. Las mascaradas tradicionales, al igual que el resto de las tradiciones, no son algo rígido, sino que tienen una base que se moldea con la sociedad que las acompaña en cada tiempo», argumenta Boyano.
Para el responsable de Cryosanabria, esta comarca «constituye una reserva cultural dentro de la Península Ibérica, tanto por su patrimonio tangible como por el intangible: «Enseñar nuestras tradiciones es una de las claves para la conservación de la cultura. Y es que no se quiere lo que no se conoce, y no se cuida lo que no se quiere», destaca el defensor de la recuperación de estos ritos.