Rafael González afronta su primer carnaval como alcalde de Toro, y lo hace desde la certeza de que se trata de una fiesta identitaria para su gente. Para él, también son muchos años de vivencias desde el otro lado en unos días que refuerzan el sentimiento de arraigo por la ciudad y por toda la comarca. El programa de esta edición vuelve a llegar cargado de citas ineludibles para los toresanos y atractivas para quienes vengan de fuera. Eso sí, estos últimos tendrán que estar atentos, porque si se despistan pueden acabar dentro de la escena.
– ¿Qué implica el Carnaval para Toro desde ese punto de vista identitario?
– Este es uno de los carnavales más antiguos de Castilla y León. Los primeros datos que tenemos son del año 1570. Hablamos de que, en el siglo XVI, ya se celebraba el carnaval en Toro. La fiesta ha estado prohibida muchas veces, pero siempre se ha hecho caso omiso a esto. El carnaval, aunque fuera a veces en un ámbito más privado, nunca jamás ha dejado de celebrarse.
– ¿Tiene mucho arraigo entre la gente?
– Más de 400 años de arraigo. Ya el viernes tenemos el primer desfile de chupetines. Hablamos de niños de 0 a 3 años que salen disfrazados. Desde la cuna se implican. Luego, el lunes salen los niños un poquito más mayores y el martes los adultos. Es decir, todo es una continuación. Hay muchos niños que han salido cuando estaban en la guardería y han ido pasando todas esas etapas.
– ¿Desde la organización se busca que las actividades se parezcan a lo que se ha venido haciendo toda la vida o se han producido muchos cambios con la llegada de los tiempos modernos?
– En el Carnaval de Toro, lo único que hace el Ayuntamiento es montar un poquito la infraestructura; el carnaval somos los vecinos de Toro con total y absoluta libertad. Este no es un carnaval al uso donde te sientas y ves pasar los desfiles. Esto son obras de teatro. Toro se convierte en un escenario impresionante en el que cada uno interpreta su papel, y siempre digo lo mismo: cuidado, que como espectador tampoco estás exento de verte introducido en la obra. Te arriesgas a que tiren de ti y te metan dentro.
– ¿La gente tiene que ir con la expectativa abierta?
– Exacto. Los grupos ensayan, pero van interpretando un papel y se meten en él. Y evidentemente hay una empatía absoluta entre la persona que está desfilando y la gente que lo está viendo.
– ¿Qué supone para Toro desde el punto de vista turístico?
– Primero, recogemos a aquellos que se fueron por motivos laborales y que vuelven a Toro en estos cinco días. Hablo incluso de aquellos que se marcharon hace 50 o 60 años. Y ya no solo ellos, también sus hijos y sus nietos. Este es un punto de acogida muy importante. Y con el turismo, esencialmente el domingo por la mañana, que es el día de las parodias, es un espectáculo. Toro está literalmente lleno ahí.
– ¿Por qué son tan atractivas las parodias?
– Porque es una guasa constante. Allí no se libra nadie y se montan unos escenarios que da gusto verlos. Es especial pasearse por Toro ese día, porque no dejas de reír y de admirar el ingenio que tienen.
– ¿Qué tiene de especial el acto de la boda que se celebra esa tarde del domingo?
– La boda infantil es el sábado y la de mayores el domingo. Son bodas a la antigua usanza. Los novios, las novias y los invitados van vestidos con la ropa de la época y, después de la ceremonia, se van a la plaza de toros a bailar.
– ¿Esto sí tiene una liturgia concreta?
– Sí, sí. Está todo preparado. La novia y el novio sabemos quiénes son, se celebra la boda en el salón de plenos, van los testigos, van los invitados y, una vez celebrada la ceremonia, los bailes duran media hora o cuarenta minutos y se van al convite. Se hace todo igual que hace un siglo.
– En cuanto a la integración de los pueblos del entorno, ¿la gente de la comarca también acude a Toro?
– Sí. Incluso en el desfile del martes vemos grupos de Vezdemarbán, de Abezames o de otras localidades que participan.
– ¿Ayuda a hacer comarca?
– Claro. No es un carnaval solo de Toro, también del alfoz. En el día de los carros, hay localidades que vienen con vecinos que quieren participar.
– ¿Qué tres momentos del Carnaval de Toro diría que la gente no se puede perder?
– Evidentemente, cualquiera de las bodas, la infantil o la del domingo; las parodias, que son un espectáculo; y cualquiera de los dos desfiles. Pero no nos olvidemos de las coplas del sábado por la tarde-noche. Hoy – por este viernes 10 de febrero – se abrían las taquillas a las doce. Cuando yo he salido de Toro a las ocho y media de la mañana ya había gente esperando. Prácticamente, abren y cierran porque todo se agota en cuestión de diez minutos. Es un momento muy gracioso. Siempre lo fue para mí cuando lo veía como espectador y este año lo va a ser doblemente.
– Le va a tocar.
– Me va a tocar, pero encantado, de verdad.
– ¿La hostelería está movilizada para atender todo lo que se viene?
– Están preparados y además participan en el carnaval. Los premios del sábado por la noche son de los hosteleros y uno de ellos nos dona para el miércoles 50 kilos de sardinas. Se implican. En general, todos sabemos que estos son cinco días plenos, para disfrutar. Hay que venir a Toro.