Decía Tucídides, el padre de la historiografía científica en el Siglo V A.C. que “Las gentes del Mediterráneo empezaron a emerger del barbarismo cuando aprendieron a cultivar el olivo y la vid”. Pues he de hacer una confesión: Yo también he sido un “bárbaro”.
En mi defensa he de decir que de aquello han pasado casi cinco lustros. Pero sí, yo era bebedor de cerveza, todavía no había descubierto la bebida más chula del mundo. Frecuentaba mucho un pub donde la “stout” era muy barata. Allí solía celebrar su tercer tiempo la plantilla de un equipo de rugby. Es la primera vez que aunque no nos conocíamos, seguramente compartí espacio y tiempo con el protagonista de esta historia líquida.
Posteriormente coincidí con él en una de las bodegas de más prestigio de la zona, donde un apellido de lo más común está grabado – o debería estarlo – en el paseo de la fama del vino. Era un buen sitio donde aprender a trabajar bien. Casi nos cruzamos, ya que yo entraba y él salía, pero hablando con él ya tenía muy claro que él lo que quería era elaborar sus propios vinos y sabía el camino vital para conseguirlo, los pasos a dar y cual era su concepto y filosofía. Para elaborar vino hay que razonar mucho, catar bien y sobre todo entender que la enología más que una ciencia, es un oficio que hay que respetar más allá del laboratorio y los papeleos. Que los vinos en un trabajo diario de artesanía que comienza plantando vides y termina poniendo etiquetas, y todos los puntos intermedios son importantes.
No es banal contar que Xavi Iturria jugaba de ¾ antes y después de salir de su origen Bordelés. Si algo aprendí de aquel periodo imberbe es que los jugadores de Rugby tienen una mezcla entre intelectualidad, rusticidad y nobleza interesante. Ya desde la viticultura se aprecia en los vinos de Xavi. Muy interesante su apuesta de una viña – un vino. De esa manera trabaja cada parcela sabiendo su destino final y trabajando para lo que busca en cada unos de sus vinos. Desde perfiles más fáciles a vinos con mayor complejidad. Todas ellas trabajadas en ecológico, y certificadas en todos sus vinos a excepción de una – por que su cuñado es muy cabezón, asegura siempre – buscando una uva de primerísima calidad y sobre todo equilibrada, por lo que se apoya en una viticultura muy razonada, en una zona donde los tratamientos intensivos y sistémicos no tienen demasiado sentido gracias a suelos bien drenados y cepas aireadas; en el que buscar altos rendimientos no es una opción, pero tampoco desdeñar lo que da la tierra, buscando rendimientos demasiado bajos para obtener unas concentraciones que las uvas de Toro no van a necesitar, ya que si algo tienen sus viñedos es mucho de todo.
Se hace cargo de un viñedo familiar, de diferentes parcelas muy interesantes de diferentes características y edades. Como familiar es el trabajo en la bodega junto a su pareja Estela, con la que pasé también muchas horas de trabajo. Sobre todo tienen eso: implicación en todo el proceso.
Para mí representa la punta de lanza de una nueva generación de elaboradores Millenial en Toro, normalmente alejados de grandes grupos, con quizás menos presupuesto, pero con gran formación y bagaje, que apuestan por el terruño como materia innegociable.
Su Iturria, muy persistente tras beberlo, nos muestra un rubí profundo al verlo en la copa. En nariz tenemos la cereza que aporta el toque de Garnacha, mientras la mora y las ciruelas ligeramente secas vienen de la Tinta de Toro de viñas plantadas en pie franco. Se notan las buenas barricas francesas de un solo vino, que tan solo muestran un toque especiado,a monte bajo y tabaco puro. El cuerpo es alto, con taninos grandes que llenan la boca, pero sin secártela. Nos va a dejar durante mucho tiempo una sensación a frutas secas en la boca y pan tostado. Una delicia. Diría que no es necesario decantarlo, pero si puedes, gana muchos quilates. Acompañará a la perfección carnes poco hechas.
Vino: Iturria
Elaborador: Bodegas Iturria
Zona: DO Toro.
Variedad: Tinta de Toro y Garnacha
Crianza: 22 meses en roble francés.
Precio: 18,50€.
Siempre que ofrezco en mi tienda este vino del que hablamos aquí, le digo a los clientes que lo recuerden, ya que algún día dirán que lo bebían cuando no era tan conocido y su cotización era diferente. Estoy seguro que con los años este vino estará, en prestigio, dentro del Olimpo de los grandes vinos de Toro. Porque en calidad ya lo está.